El siguiente artículo es una compilación de respuestas de varios pastores a la pregunta: ¿Qué espera usted de los músicos en su iglesia?

1. Que sean personas de la Palabra de Dios. El tiempo pasado en el fiel estudio la Escritura se hará evidente en la letra de las canciones que los músicos escriben y tocan. Todos los himnos, alabanzas, cánticos y números especiales en la iglesia deben estar basados en la Biblia y transmitir una teología bíblica. El mensaje que expresan las canciones debe ser sustancioso y comunicarse con claridad idiomática y fidelidad bíblica.

2. Que canten, dirijan y toquen bien. El Salmo 33, un salmo de victoria, es uno de los muchos lugares en el salterio donde se insta a los músicos a hacer bien su labor: «Entónenle un cántico nuevo de alabanza; toquen el arpa con destreza y canten con alegría» (v. 3 NTV). «Con destreza» tiene varias implicaciones para nuestras iglesias.

En primer lugar, señala la importancia de que los músicos tengan el llamado de Dios a ese ministerio. En el continente, uno de los resultados impactantes del énfasis dado a la música en los últimos años, es la importancia otorgada a la adoración y a la alabanza, y a la vez a los músicos que la dirigen.

En segundo lugar, el músico debe contar con el talento que corresponde a una persona que dirige a la congregación en alabanzas a Dios. En tercer lugar, los músicos han de ensayar y llegar preparados tanto física como espiritualmente. Por último, implica que los directores de alabanza tienen que planear bien sus programas para no convertirse en lo que un pastor describía de esta manera: «El nuevo dictador en muchas iglesias es el director de alabanza. Hace y deshace el programa como le da la gana, generalmente con poca planificación y mucha inspiración. Usa el tiempo que desea, predica con frecuencia sus propios mensajes, alegando que el Espíritu es quien lo guía». Sin embargo, el director de alabanza debe ser lo suficientemente sensible a la voz de Dios como para darse cuenta del propósito que el Espíritu Santo tiene para cada día en particular y según las necesidades de los asistentes al culto.

(Nota: Que los músicos toquen bien los instrumentos no significa que con volumen excesivo ahoguen el mensaje de las palabras del cántico).

3. Que se sujeten a la autoridad de los líderes de la iglesia. «Obedezcan a sus líderes espirituales y hagan lo que ellos dicen» (Hebreos 13:17 NTV). Si nosotros hemos de pastorear a los músicos, en ellos debe estar el deseo de sujetarse a la autoridad que Dios ha dado a los líderes. Creemos firmemente que la música, la adoración (todo lo que sucede antes y después del mensaje) y el sermón deben complementarse y constituir una unidad. Esto no sucederá sin buena comunicación entre los músicos y el cuerpo pastoral. Un pastor comentaba: «La adoración debe ser parte de un todo, y la sujeción, una expresión vital de verdadera espiritualidad».

4. Que tengan espíritu servicial. Jesús es nuestro modelo: «Pues ni aun el Hijo del Hombre vino para que le sirvan, sino para servir a otros y para dar su vida en rescate por muchos» (Mateo 20:28 NTV). Si el lector desea profundizar en el motivo por el cual se insiste en que los músicos sean siervos, recomendamos la lectura del libro ¿Qué hacemos con estos músicos? por Marcos Witt. Según Witt, la falta de humildad es una de las grandes fallas en los músicos modernos, y recomienda a la iglesia local no permitir que los músicos toquen y canten hasta tanto tengan espíritu de servicio.

Jesús mismo es modelo de servicio cuando lava los pies de los discípulos (Juan 13). Era costumbre entre los paganos que el esclavo lavara los pies de los comensales. Con este acto Jesús señala las actitudes que debe asumir el músico al ministrar en la iglesia: humildad y servicio. Uno de los pastores que contribuyó a este artículo, menciona que evitó que el grupo de alabanza de su iglesia ministrara en la plataforma hasta que vio en ellos espíritu servicial hacia la congregación.

5. Que formen parte de un grupo de apoyo o discipulado (el nombre varía de iglesia en iglesia) donde den razón de sus acciones a otros creyentes. Un vez más acudimos a Hebreos donde el autor dice: «Pensemos en maneras de motivarnos unos a otros a realizar actos de amor y buenas acciones» (10:24 NTV). Por regla general, los músicos son artistas y se manejan por las emociones. Un grupo de discipulado les dará la disciplina necesaria, sin con ello quitarles la creatividad.

6. Que al desempeñar su cargo tengan en cuenta todas las edades y etapas espirituales de los miembros de su iglesia. Que piensen tanto en los niños como en la gente de edad avanzada, tanto en los nuevos en la fe como en quienes han estado caminando con el Señor durante largo tiempo. El culto debe caracterizarse por una atmósfera en la que todos los presentes sientan la presencia de Dios y sean animados a amar a nuestro gran Dios.

Para pensar: Hace poco un cristiano que no había asistido a la iglesia el domingo anterior le expresó al pastor: «Estoy cansado de la pachanga. Cuando recién me convertí y era más joven, me gustaba. Pero ahora el ruido me da dolor de cabeza y me canso cantando la misma canción una, y otra, y otra vez. No es que no deseo alabar al Señor; todo lo contrario, pero la adoración simplista ya no expresa todo lo que deseo decirle al Señor. Prefiero leer salmos y cantar himnos y alabanzas en casa y llegar al culto para la predicación».


Dr. Jaime Mirón
Asociación Evangelística Luis Palau