Algunos aspectos de la dinámica conyugal no son lo suficientemente abordados por las parejas, porque los asumen como acuerdos implícitos. Posiblemente les parezca que, por obvios, resulta innecesaria su discusión. Sin embargo, en la práctica, las cosas son muy diferentes, y lo que se daba por descontado, termina por causar importantes lesiones al matrimonio.

Uno de estos asuntos tiene que ver con la construcción del proyecto de vida de la pareja. Importante tema, porque el proyecto de vida conyugal supone un acuerdo esencial para ambos. Desafortunadamente, muchas parejas inician sus vidas sin que tengan conciencia de la importancia de caminar en pos de un proyecto común. Existen muchos casos en donde el proyecto de uno pareciera ser muy distinto al proyecto del otro e, integrar y armonizar ambos destinos, podría convertirse en un esfuerzo infructuoso.

El libro de Génesis señala que “Por eso el hombre deja a su padre y su madre, y se une a su mujer, y los dos se funden en sólo ser”. este precepto bíblico reafirma la importancia de observar el matrimonio como la unión en un solo ser, en un solo proyecto. Sin embargo, esto no significa que con el matrimonio se destruye la riqueza de los aportes individuales. Más bien incorpora esa diversidad en una nueva unidad, conformada por dos personas que se han escogido consciente y libremente en amor.

El matrimonio es, por definición, la construcción de un proyecto de vida común. Pero hay personas que llegan a él pensando en sus intereses, su proyecto personal, sus ideas, sus propuestas y decisiones. Naturalmente esto provoca que el matrimonio se encuentre frente a proyectos bifurcados, lo que podría terminar por distanciar, dividir y hasta destruir la relación de pareja.

En otros casos, uno de los dos pretende imponer su propio proyecto sobre el del otro, lo cual trae consigo dolor y frustración al vínculo matrimonial. No es entonces válido llegar al matrimonio pensando en "mi" proyecto, sino en "nuestro" proyecto, no como "mi" construcción, sino como "nuestra" construcción.

Para lograr esta concepción, es imperativo un diálogo abundante y claro en la pareja. En la construcción de un proyecto de vida común se debe recoger los sueños e ilusiones de ambos. En lugar de ignorar las diferencias que pueden persistir al interior de la pareja, se asumen éstas como características particulares que enriquecen y complementan la vida conyugal, y que se adoptan o resuelven a partir de acuerdos respetuosos.

El matrimonio es una construcción que debe llenar las expectativas y satisfacer las necesidades de ambos. Es un proyecto común, que implica decisiones de equipo en áreas tan relevantes como los hijos, las finanzas y la distribución de responsabilidades en el hogar.

Por otro lado, el proyecto de pareja no concluye con la formación de los hijos… sino que trasciende. Cuando los hijos crecen y dejan el hogar para construir sus propias familias, las parejas deben seguir su camino, porque su proyecto de vida en común también continúa.

- Trabajando juntos
- Qué proyecto tienen cuando los hijos ya se van de casa.
- Pongan atención a su calidad de vida integral.
- No olviden sus relaciones íntimas.
- Fortalezcan la comunicación.
- Constantemente impulsen iniciativas compartidas.
- No descuiden su relación matrimonial

Más allá de los hijos y del transcurso de los años, la pareja debe continuar soñando juntos, ya que su proyecto de vida prosigue. En el matrimonio el proyecto de uno debe ser el proyecto del otro, sin egoísmos ni exclusiones. Es un ejercicio en donde uno no debe sentirse ajeno a las metas del otro, ni en donde sus proyectos queden relegados o anulados en el proceso.

Antes de iniciar la vida de pareja, se debe conversar exhaustivamente sobre lo que para cada uno representa el matrimonio y la construcción de un proyecto de vida común. Es posible que de esta forma se reduzca el riesgo de sorpresas desagradables en la convivencia conyugal.


Enfoque a la Familia