El pasado viernes en “Nuevas cada mañana”, recibimos al hermano y abogado, Alberto González, para una nueva edición de la sección “En derecho y conforme a las Escrituras”, donde también compartimos sobre el posmodernismo junto al  hermano y licenciado en historia, Eduardo Murillo.  

“Se ha ido desarmando, descomponiendo el mundo. Cuando hablamos del mundo hablamos de sus habitantes.  Las personas han tenido un cambio en el posmodernismo. Se ve que la necesidad ha cambiado. Esta es una sensación de falta que siempre está unida al deseo de satisfacer, lo cual ahora se aleja de lo más básico y se basa en la competencia y se aleja del amor”, dijo al comenzar.  

El hermano hizo énfasis en cómo el mundo, en la actualidad, carece de Dios. “El ser humano siempre ha vivido en la idea de la falta de algo. Ahora, cuando vemos que nos falta Dios, está siendo cada día disminuido frente a la idea de que no me hace falta, y eso es lo que la gente está viviendo. Y esto es tremendo, porque Dios está cuidando  incluso a los que están en contra de Él”.

También, aprovechó el espacio para compartir su conmovedor testimonio de vida, en especial su paso por Corea del Norte, país donde hay persecución hacia los cristianos, y donde el hermano, incluso aún sin conocer al Señor, recibió el respaldo de Dios y fuer rescatado de la muerte.

“Llegué a Corea del Norte siendo comunista, marxista y ateo. Es una sociedad en su mayoría atea. Tener una biblia es pena de muerte. Cometimos un error por hablar mal del presidente y eso llevó a ser acusados de espías.  Estuvimos detenidos por muchos meses casi desnudos, en una celda muy pequeña y sin cama. Con un retrete con un tuvo donde caía agua donde hacía mis necesidades y tomaba agua y siempre observado”, dijo.  

“Me dijeron que estaba condenado a muerte. Me pusieron un mameluco con un disco rojo en el pecho lo que es fusilamiento. Me pusieron una capucha, no podía ver nada. Me arrastraron por una escala. En ese momento pensé en Dios. Surgió un clamor. Me dispararon balas de fogueo y me llevaron nuevamente a esa celda. Rezaba y recitaba algunas cosas que me sabía, y el Señor me mantuvo con vida.  Cómo no voy a estar agradecido”, concluyó.

Te invitamos a escuchar la conversación completa a continuación: