titleRadio Armonia <subtitle type="text">Una señal en el aire, para confesar que: “Jesucristo es el Señor, para Gloria de Dios Padre". Fil. 2:11</subtitle> <link rel="alternate" type="text/html" href="http://radioarmonia.cl"/> <id>http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/tags/tag/70-oracion</id> <updated>2024-04-29T04:56:23-04:00</updated> <author> <name>Web Radio Armonia</name> <email>internet@armonia.cl</email> </author> <link rel="self" type="application/atom+xml" href="http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/tags/tag/70-oracion?format=feed&type=atom"/> <entry> <title>Cierran clínica de aborto tras campaña de oración en EUA 2017-01-10T17:18:58-03:00 2017-01-10T17:18:58-03:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=601:cierran-clinica-de-aborto-tras-campana-de-oracion-en-eua Super User <p><span style="font-size: 12.16px;">Mas de un centro de aborto fue cerrado en los Estados Unidos. El hecho fue celebrado por los participantes del proyecto “40 Días por la Vida”, donde los miembros han estado orando tranquilamente en vigilias para que los centros sean cerrados.<span> Destacaron la importancia de estar en guardia contra de esta crueldad.</span></span></p> <p><span style="font-size: 12.16px;">Mas de un centro de aborto fue cerrado en los Estados Unidos. El hecho fue celebrado por los participantes del proyecto “40 Días por la Vida”, donde los miembros han estado orando tranquilamente en vigilias para que los centros sean cerrados.<span> Destacaron la importancia de estar en guardia contra de esta crueldad.</span></span></p> Evangélicos piden renovar oración por pueblo venezolano 2017-08-14T15:06:35-03:00 2017-08-14T15:06:35-03:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=667:evangelicos-piden-renovar-oracion-por-pueblo-venezolano Super User <p>La puesta en marcha de la Asamblea Constituyente en Venezuela y sus primeras decisiones han vuelto a levantar críticas en el ámbito internacional y siembra el desconcierto en todo el país. La Alianza Evangélica Latina llama a todos los cristianos latinoamericanos a orar para saber “cómo ser sal y luz en medio de esta situación”.</p> <p>La puesta en marcha de la Asamblea Constituyente en Venezuela y sus primeras decisiones han vuelto a levantar críticas en el ámbito internacional y siembra el desconcierto en todo el país. La Alianza Evangélica Latina llama a todos los cristianos latinoamericanos a orar para saber “cómo ser sal y luz en medio de esta situación”.</p> Evangélicos se manifiestan en defensa de la oración 2016-09-14T19:20:52-03:00 2016-09-14T19:20:52-03:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=587:evangelicos-se-manifiestan-en-defensa-de-la-oracion Super User <p>Grupos de evangélicos se reunirán en distintas partes de la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia, para orar y así manifestar su rechazo a una medida que impide la oración en instituciones públicas y privadas. Alejandro Bonilla, juez de Cartagena, considera que “la oración, no puede ser un asunto de Estado.</p> <p>Grupos de evangélicos se reunirán en distintas partes de la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia, para orar y así manifestar su rechazo a una medida que impide la oración en instituciones públicas y privadas. Alejandro Bonilla, juez de Cartagena, considera que “la oración, no puede ser un asunto de Estado.</p> Hay poder en la oración 2014-10-02T17:24:25-03:00 2014-10-02T17:24:25-03:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=391:hay-poder-en-la-oracion Super User <p>No somos los dueños de nuestro destino, ni individualmente, ni como nación. ¿Cómo podemos jactarnos de controlar nuestro destino cuando un virus puede paralizar a decenas de miles? ¿Cómo puede nuestro país insistir en que nosotros, con nuestro poderío militar, nuestra tremenda riqueza y nuestras alianzas con otros países, somos los dueños de nuestro propio destino, cuando la historia demuestra que Dios fue quien diseñó el curso de esta nación?<br /><br />Estamos atrapados en una corriente de la historia que no podemos controlar. Hay un solo poder que puede cambiar el curso de la historia, y es el poder de la oración: la oración de hombres y mujeres que creen en Cristo y reverencian a Dios.<br /><br />Pero hoy, hemos llegado a un punto en que muchas personas consideran que la oración es una mera formalidad. No tenemos el sentido de buscar ese acercamiento con Dios, sino, más bien, de cumplir una tradición venerable. Pero ¿cómo podemos seguir adelante si no hacemos un nuevo énfasis en la oración?<br /><br />Miles de personas oran solo en tiempos de gran tensión, peligro o incertidumbre. Cristo les enseñó a sus seguidores que oraran siempre. Tan fervientes y tan directas eran las oraciones de Jesús que una vez, cuando Él había terminado de orar, sus seguidores se acercaron a Él y le dijeron: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1).<br /><br />De tapa a tapa de la Biblia se encuentran relatos de personas cuyas oraciones fueron contestadas; personas que cambiaron la dirección de la historia por medio de la oración; personas que oraron fervientemente, y Dios contestó. Abraham oró, y mientras él oró, Dios no destruyó la ciudad de Sodoma, donde vivía Lot, el sobrino de Abraham.<br /><br />Ezequías oró cuando su ciudad era amenazada por el ejército invasor de los asirios comandado por Senaquerib. Todo el ejército de Senaquerib fue destruido y la nación fue librada por una generación más... porque el rey había orado.<br /><br /><span style="font-size: 12.16px;">Elías oró, y Dios envió fuego del cielo para consumir la ofrenda del altar que él había construido en presencia de los enemigos del Señor. Eliseo oró, y el hijo de la sunamita resucitó de los muertos. Jesús oró junto a la entrada de la tumba de Lázaro, y el que había estado muerto durante cuatro días salió, vivo. El ladrón crucificado oró, y Jesús le aseguró que iba a estar con Él en el paraíso. Pablo oró, y nacieron iglesias en Asia Menor y en Europa. Pedro oró, y Dorcas resucitó para poder servir a Jesucristo varios años más.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">John Wesley oró, y llegó el avivamiento a Inglaterra. Jonathan Edwards oró, y llegó el avivamiento a Northampton, Massachusetts (EUA), y miles de personas se sumaron a las iglesias. La historia ha cambiado una y otra vez a causa de la oración, y puede cambiar de nuevo si hay personas que se ponen de rodillas y oran con fe.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">¡Qué cosa gloriosa sería si millones de nosotros hiciéramos uso del privilegio de orar! Jesucristo murió para hacer que esta comunión y esta comunicación con el Padre fueran posibles. Él nos dijo que hay gozo en el cielo cuando un pecador se aparta del pecado para buscar a Dios y susurra la sencilla oración: “Dios, ten misericordia de mí, que soy pecador”.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Cuando los discípulos fueron a ver a Jesús y le pidieron que les enseñara a orar, el Salvador respondió dándoles la petición modelo: el Padrenuestro. No obstante, eso solo fue parte de su sagrada instrucción. Hay decenas de pasajes en que Jesucristo ofrece otras indicaciones, y dado que Él practicaba lo que predicaba, toda su vida fue una serie de lecciones sobre la oración constante. Jesús tuvo solo tres años de ministerio público, pero nunca estaba demasiado apurado para pasar horas orando.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">A diferencia de Él, ¡cuán poco tiempo y con cuán poca intensidad oramos nosotros! Cada mañana, recitamos a las apuradas partes de versículos que aprendimos de memoria y nos despedimos de Dios por el resto del día, hasta que nuevamente a las corridas le enviamos algunas peticiones finales por la noche. Este no es el programa de oración que Jesús diseñó. Jesús rogaba durante mucho tiempo y en repetidas ocasiones. Está escrito que pasaba noches enteras suplicando fervorosamente. Pero ¡qué poca perseverancia, qué poca persistencia demostramos nosotros en nuestros ruegos!<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">La Biblia dice: “Oren sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Este debería ser el lema de todo seguidor de Cristo Jesús. Nunca deje de orar, por oscuro y desesperante que parezca su caso. Una mujer me escribió cierta vez para contarme que había estado rogando durante diez años para que su esposo se convirtiera, pero él estaba más endurecido que nunca. Le aconsejé que continuara orando. Tiempo después, volví a tener noticias de ella. Me contó que su esposo se había convertido gloriosa y milagrosamente cuando ya hacía once años que ella estaba orando. ¡Imagine si ella hubiera dejado de orar a los diez años!<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Con frecuencia, nuestro Señor oraba solo, apartado de toda distracción terrenal. Quisiera instarle a que elija una habitación o un rincón de su casa donde pueda encontrarse con regularidad con el Señor. Esa oración callada, escondida, en la que el alma se encuentra con Dios acercándose a su presencia puede ser la bendición más grande para usted.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Cuando observamos la vida de oración de Jesús, notamos la intensidad con que Él oraba. El Nuevo Testamento dice que, en Getsemaní, Él clamó a gran voz; que en la intensidad de su súplica, cayó de bruces en el terreno húmedo del huerto; que rogó hasta que su sudor era “como gotas de sangre” (Lucas 22: 44).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Muchas veces, hacemos peticiones mezquinas, ejercicios de oratoria, usando palabras de otros, en lugar clamar desde lo más profundo de nuestro ser. Muchas veces, cuando vamos a orar, nuestros pensamientos divagan. Insultamos a Dios al hablarle con nuestros labios mientras nuestro corazón está lejos de Él. Supongamos que estamos hablando con una persona muy importante; ¿permitiríamos que nuestros pensamientos divaguen por un instante, acaso? No; estaríamos profundamente interesados en todo lo que se diga en esos momentos. ¿Cómo, entonces, nos atrevemos a tratar con menos respeto al Rey de reyes?<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Jesús nos enseña por quién debemos interceder. ¡Cuán sorprendentes son sus instrucciones, y su ejemplo! Nos dice: “Oren por quienes los ultrajan y los persiguen” (Mateo 5:44). Debemos rogar por nuestros enemigos y pedir a Dios que los lleve a Cristo y, por Él, los perdone.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Las primeras palabras que Jesús pronunció desde la cruz, después que los gruesos clavos habían atravesado sus manos y sus pies, fueron de intercesión por quienes lo habían crucificado: “–Padre –dijo Jesús–, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). ¿Cuántos de nosotros hemos pasado algún tiempo orando por nuestros enemigos?<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">También nos dice la Biblia que oremos por la conversión de los pecadores. Cierta vez, escuché un intercambio de ideas entre algunos líderes sobre cómo comunicar el evangelio. Ni una sola vez mencionaron la oración Pero sé que hay decenas de iglesias que tienen muchas conversiones todos los años, solo como respuesta a la oración. Si hay una persona conocida nuestra que necesita a Cristo en su vida, debemos comenzar a orar por ella. Nos sorprenderemos al ver cómo Dios comienza a obrar.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Una lección más que Jesús enseña es la victoriosa seguridad de que Dios responde toda petición sincera. Los escépticos pueden cuestionarlo, negarlo o burlarse. Pero Cristo mismo hizo esta promesa: “Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración” (Mateo 21:22). Debemos confiar en esa promesa. Nuestro Padre es dueño de todo, y Él “les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Dios puede derrotar a cada uno de los enemigos de su alma y defenderlo a usted de todo peligro. Nada es imposible para Él. No hay tarea demasiado ardua, no hay problema demasiado difícil, no hay ninguna carga demasiado pesada para el amor de Dios. Él conoce completamente el futuro, con sus miedos y sus incertidumbres. Acuda a Él y diga, junto con Job: “Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro” (Job 23:10, RV60).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">No ponga su voluntad por encima de la voluntad de Dios. No insista en hacer las cosas a su manera. No le diga a Dios lo que tiene que hacer. Más bien, aprenda la difícil lección de orar como oró el mismísimo Hijo de Dios sin pecado: “No se cumpla mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Muchos de ustedes nunca han llegado a conocer a Jesucristo como para orar en su nombre. La Biblia dice que el único mediador entre Dios y el hombre es Jesucristo. Usted debe conocerlo, y debe orar en su nombre. Así, sus oraciones serán dirigidas conforme a la voluntad de Dios.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Si no sabe cómo orar, comience ahora mismo diciendo: “Dios, ten misericordia de mí, que soy pecador”. Pídale a Dios que perdone todo su pecado, transforme su vida y lo convierta en una persona nueva. Él puede hacerlo hoy mismo como respuesta a una sencilla oración.</span></p> <p><br /><em><a href="http://billygraham.org/espanol/hay-poder-en-la-oracion/" target="_blank">Asociación Billy Graham</a></em></p> <p><br /><br /></p> <p>No somos los dueños de nuestro destino, ni individualmente, ni como nación. ¿Cómo podemos jactarnos de controlar nuestro destino cuando un virus puede paralizar a decenas de miles? ¿Cómo puede nuestro país insistir en que nosotros, con nuestro poderío militar, nuestra tremenda riqueza y nuestras alianzas con otros países, somos los dueños de nuestro propio destino, cuando la historia demuestra que Dios fue quien diseñó el curso de esta nación?<br /><br />Estamos atrapados en una corriente de la historia que no podemos controlar. Hay un solo poder que puede cambiar el curso de la historia, y es el poder de la oración: la oración de hombres y mujeres que creen en Cristo y reverencian a Dios.<br /><br />Pero hoy, hemos llegado a un punto en que muchas personas consideran que la oración es una mera formalidad. No tenemos el sentido de buscar ese acercamiento con Dios, sino, más bien, de cumplir una tradición venerable. Pero ¿cómo podemos seguir adelante si no hacemos un nuevo énfasis en la oración?<br /><br />Miles de personas oran solo en tiempos de gran tensión, peligro o incertidumbre. Cristo les enseñó a sus seguidores que oraran siempre. Tan fervientes y tan directas eran las oraciones de Jesús que una vez, cuando Él había terminado de orar, sus seguidores se acercaron a Él y le dijeron: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1).<br /><br />De tapa a tapa de la Biblia se encuentran relatos de personas cuyas oraciones fueron contestadas; personas que cambiaron la dirección de la historia por medio de la oración; personas que oraron fervientemente, y Dios contestó. Abraham oró, y mientras él oró, Dios no destruyó la ciudad de Sodoma, donde vivía Lot, el sobrino de Abraham.<br /><br />Ezequías oró cuando su ciudad era amenazada por el ejército invasor de los asirios comandado por Senaquerib. Todo el ejército de Senaquerib fue destruido y la nación fue librada por una generación más... porque el rey había orado.<br /><br /><span style="font-size: 12.16px;">Elías oró, y Dios envió fuego del cielo para consumir la ofrenda del altar que él había construido en presencia de los enemigos del Señor. Eliseo oró, y el hijo de la sunamita resucitó de los muertos. Jesús oró junto a la entrada de la tumba de Lázaro, y el que había estado muerto durante cuatro días salió, vivo. El ladrón crucificado oró, y Jesús le aseguró que iba a estar con Él en el paraíso. Pablo oró, y nacieron iglesias en Asia Menor y en Europa. Pedro oró, y Dorcas resucitó para poder servir a Jesucristo varios años más.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">John Wesley oró, y llegó el avivamiento a Inglaterra. Jonathan Edwards oró, y llegó el avivamiento a Northampton, Massachusetts (EUA), y miles de personas se sumaron a las iglesias. La historia ha cambiado una y otra vez a causa de la oración, y puede cambiar de nuevo si hay personas que se ponen de rodillas y oran con fe.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">¡Qué cosa gloriosa sería si millones de nosotros hiciéramos uso del privilegio de orar! Jesucristo murió para hacer que esta comunión y esta comunicación con el Padre fueran posibles. Él nos dijo que hay gozo en el cielo cuando un pecador se aparta del pecado para buscar a Dios y susurra la sencilla oración: “Dios, ten misericordia de mí, que soy pecador”.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Cuando los discípulos fueron a ver a Jesús y le pidieron que les enseñara a orar, el Salvador respondió dándoles la petición modelo: el Padrenuestro. No obstante, eso solo fue parte de su sagrada instrucción. Hay decenas de pasajes en que Jesucristo ofrece otras indicaciones, y dado que Él practicaba lo que predicaba, toda su vida fue una serie de lecciones sobre la oración constante. Jesús tuvo solo tres años de ministerio público, pero nunca estaba demasiado apurado para pasar horas orando.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">A diferencia de Él, ¡cuán poco tiempo y con cuán poca intensidad oramos nosotros! Cada mañana, recitamos a las apuradas partes de versículos que aprendimos de memoria y nos despedimos de Dios por el resto del día, hasta que nuevamente a las corridas le enviamos algunas peticiones finales por la noche. Este no es el programa de oración que Jesús diseñó. Jesús rogaba durante mucho tiempo y en repetidas ocasiones. Está escrito que pasaba noches enteras suplicando fervorosamente. Pero ¡qué poca perseverancia, qué poca persistencia demostramos nosotros en nuestros ruegos!<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">La Biblia dice: “Oren sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17). Este debería ser el lema de todo seguidor de Cristo Jesús. Nunca deje de orar, por oscuro y desesperante que parezca su caso. Una mujer me escribió cierta vez para contarme que había estado rogando durante diez años para que su esposo se convirtiera, pero él estaba más endurecido que nunca. Le aconsejé que continuara orando. Tiempo después, volví a tener noticias de ella. Me contó que su esposo se había convertido gloriosa y milagrosamente cuando ya hacía once años que ella estaba orando. ¡Imagine si ella hubiera dejado de orar a los diez años!<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Con frecuencia, nuestro Señor oraba solo, apartado de toda distracción terrenal. Quisiera instarle a que elija una habitación o un rincón de su casa donde pueda encontrarse con regularidad con el Señor. Esa oración callada, escondida, en la que el alma se encuentra con Dios acercándose a su presencia puede ser la bendición más grande para usted.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Cuando observamos la vida de oración de Jesús, notamos la intensidad con que Él oraba. El Nuevo Testamento dice que, en Getsemaní, Él clamó a gran voz; que en la intensidad de su súplica, cayó de bruces en el terreno húmedo del huerto; que rogó hasta que su sudor era “como gotas de sangre” (Lucas 22: 44).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Muchas veces, hacemos peticiones mezquinas, ejercicios de oratoria, usando palabras de otros, en lugar clamar desde lo más profundo de nuestro ser. Muchas veces, cuando vamos a orar, nuestros pensamientos divagan. Insultamos a Dios al hablarle con nuestros labios mientras nuestro corazón está lejos de Él. Supongamos que estamos hablando con una persona muy importante; ¿permitiríamos que nuestros pensamientos divaguen por un instante, acaso? No; estaríamos profundamente interesados en todo lo que se diga en esos momentos. ¿Cómo, entonces, nos atrevemos a tratar con menos respeto al Rey de reyes?<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Jesús nos enseña por quién debemos interceder. ¡Cuán sorprendentes son sus instrucciones, y su ejemplo! Nos dice: “Oren por quienes los ultrajan y los persiguen” (Mateo 5:44). Debemos rogar por nuestros enemigos y pedir a Dios que los lleve a Cristo y, por Él, los perdone.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Las primeras palabras que Jesús pronunció desde la cruz, después que los gruesos clavos habían atravesado sus manos y sus pies, fueron de intercesión por quienes lo habían crucificado: “–Padre –dijo Jesús–, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). ¿Cuántos de nosotros hemos pasado algún tiempo orando por nuestros enemigos?<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">También nos dice la Biblia que oremos por la conversión de los pecadores. Cierta vez, escuché un intercambio de ideas entre algunos líderes sobre cómo comunicar el evangelio. Ni una sola vez mencionaron la oración Pero sé que hay decenas de iglesias que tienen muchas conversiones todos los años, solo como respuesta a la oración. Si hay una persona conocida nuestra que necesita a Cristo en su vida, debemos comenzar a orar por ella. Nos sorprenderemos al ver cómo Dios comienza a obrar.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Una lección más que Jesús enseña es la victoriosa seguridad de que Dios responde toda petición sincera. Los escépticos pueden cuestionarlo, negarlo o burlarse. Pero Cristo mismo hizo esta promesa: “Si ustedes creen, recibirán todo lo que pidan en oración” (Mateo 21:22). Debemos confiar en esa promesa. Nuestro Padre es dueño de todo, y Él “les proveerá de todo lo que necesiten, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús” (Filipenses 4:19).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Dios puede derrotar a cada uno de los enemigos de su alma y defenderlo a usted de todo peligro. Nada es imposible para Él. No hay tarea demasiado ardua, no hay problema demasiado difícil, no hay ninguna carga demasiado pesada para el amor de Dios. Él conoce completamente el futuro, con sus miedos y sus incertidumbres. Acuda a Él y diga, junto con Job: “Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro” (Job 23:10, RV60).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">No ponga su voluntad por encima de la voluntad de Dios. No insista en hacer las cosas a su manera. No le diga a Dios lo que tiene que hacer. Más bien, aprenda la difícil lección de orar como oró el mismísimo Hijo de Dios sin pecado: “No se cumpla mi voluntad, sino la tuya” (Lucas 22:42).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Muchos de ustedes nunca han llegado a conocer a Jesucristo como para orar en su nombre. La Biblia dice que el único mediador entre Dios y el hombre es Jesucristo. Usted debe conocerlo, y debe orar en su nombre. Así, sus oraciones serán dirigidas conforme a la voluntad de Dios.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Si no sabe cómo orar, comience ahora mismo diciendo: “Dios, ten misericordia de mí, que soy pecador”. Pídale a Dios que perdone todo su pecado, transforme su vida y lo convierta en una persona nueva. Él puede hacerlo hoy mismo como respuesta a una sencilla oración.</span></p> <p><br /><em><a href="http://billygraham.org/espanol/hay-poder-en-la-oracion/" target="_blank">Asociación Billy Graham</a></em></p> <p><br /><br /></p> Juez se niega a impedir oraciones en una escuela 2013-12-18T17:28:07-03:00 2013-12-18T17:28:07-03:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=172:juez-se-niega-a-impedir-oraciones-en-una-escuela Super User <p>Un juez federal dictaminó que un distrito escolar de Carolina del Sur puede seguir permitiendo que un estudiante dirija reuniones de oración y realice eventos escolares en lugares de culto, mientras una demanda sobre el tema continúa.</p> <p>Un juez federal dictaminó que un distrito escolar de Carolina del Sur puede seguir permitiendo que un estudiante dirija reuniones de oración y realice eventos escolares en lugares de culto, mientras una demanda sobre el tema continúa.</p> La oración que nos cambia 2017-08-01T18:48:00-04:00 2017-08-01T18:48:00-04:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=247:la-oracion-que-nos-cambia Super User <p>Durante años, estuve convencido de que yo siempre tendría una vida de oración pésima. Después de ser cristiano por más de dos décadas, oraba con poca frecuencia y por cosas al azar, si es que lo hacía. Pero sabía que Jesús nos había dado el ejemplo de cómo debía ser la vida de oración, y que la mía necesitaba cambiar. Decidí, entonces, que las semanas previas al Domingo de Resurrección le haría frente a la situación. Me dispuse a utilizar esos días para disciplinarme y aprender de las oraciones de otros, y comenzar el día hablando con el Señor. ¿Cuál fue la decisión más difícil? Escoger las oraciones que utilizaría.<br /><br />Usar una oración escrita puede parecer un ritual vacío, pero la práctica tiene una rica historia en la iglesia. Los salmos son, esencialmente, oraciones a las que se les puso música, y el Padrenuestro sigue siendo utilizado en las iglesias, tanto por su contenido como por ser un modelo para comunicarse con Dios. Debido a que yo quería ampliar y profundizar mi vida de oración, modifiqué una oración escrita por Pacomio, un cristiano del siglo IV, por su énfasis en la Trinidad, y utilicé las oraciones del texto The Valley of Wisdom (El valle de la sabiduría).<br /><br />Después de hacer un plan, puse la alarma del reloj y me fui a dormir sintiéndome esperanzado. El primer día, a las 5:30 de la mañana, salí de la cama y murmuré soñoliento la oración que había elegido para comenzar la rutina de la mañana. Más tarde, al terminar ese primer día, sentí que volvía un poco de mi viejo desánimo, porque mi “vida de oración” parecía estar muy separada de todo lo demás que yo hacía.<br /><br />Ese patrón continuó durante la semana, pero en el séptimo día comencé a ver algunos cambios. Comencé a esperar ansiosamente que sonara la alarma. También me veía a mí mismo, a la oración, y al propio Jesús de una manera más clara. <span style="font-size: 12.16px;">Al acudir al Nuevo Testamento, me di cuenta de que lo que estaba experimentando era lo que nos sucede cuando tenemos un encuentro con Jesús y nos ponemos en sus manos con un corazón humilde: el Señor transforma nuestra vida, suple nuestras necesidades, y nos comisiona para proclamar su nombre y su reino eterno.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Pensemos en Pedro, conocido tradicionalmente como un pescador rudo e impetuoso. Cuando se encontró con Jesús, algo cambió tan repentinamente en él que dejó sus redes —probablemente un negocio familiar por varias generaciones —para seguir al Maestro. Uno de sus primeros encuentros con Jesús tuvo lugar después de una noche de pesca infructuosa. A instancias de este carpintero de Nazaret, Pedro se aleja de la costa para lanzar por última vez las redes. Cuando la embarcación casi se hunde bajo el peso de los peces, Pedro se ve a sí mismo —y a Jesús— más claramente que nunca. “Apártate de mí, Señor”, le dice, “porque soy hombre pecador” (Lc 5.8). Pero Jesús llama a Pedro a seguirle, y le promete que él más bien “pescará” hombres.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Encontrarnos con Jesús en oración debe inspirarnos a vernos a nosotros mismos como se veía Pedro. La oración genuina requiere primero el reconocimiento de que la situación es sombría, y de que somos peores de lo que pensábamos. No venimos al Señor en nuestra mejor condición, necesitando ser transformados para llegar a la meta. Es decir, tenemos la desesperante necesidad de ser rehechos y moldeados de nuevo por Aquel que nos hizo, para empezar. En mi experimento, descubrí que yo estaba comenzando a verme a mí mismo con la claridad de Pedro, gracias al Salmo 51. Este salmo, que está incluido en la oración de Pacomio, comienza con David clamando por misericordia por su pecado con Betsabé. La porción más conocida es la petición que hace David de ser renovado, y encontré que su ruego —“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio” (v. 10)— resonaba en todas mis reuniones y tareas diarias.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Así como lo hizo con Pedro, el Señor nos busca algunas veces de manera específica. En otras, encontrarse con Él requiere perseverancia de nuestra parte. Por ejemplo, cuando cuatro hombres trajeron a su amigo paralítico a Jesús, descubrieron que Él estaba más allá de su alcance. Pudieron haberse regresado a sus casas, o pudieron haber esperado un día más. Pero, en vez de eso, llevaron a su amigo al techo, hicieron un agujero, y lo bajaron al interior de la casa. La reacción de Jesús no fue de enojo, sino de compasión: “Hombre, tus pecados te son perdonados” (Lc 5.20). Después de esto, Él también demostró su autoridad curando la parálisis del hombre. La tenacidad de esos hombres para llegar a Jesús tuvo un impacto permanente en todos los que estaban allí. Eso pudiera también ilustrar algo importante en cuanto a la oración: No necesitamos llevar solos nuestras cargas. Para un solo hombre, llevar a su amigo a Jesús habría sido muy difícil, pero cuatro hombres compartieron la carga y se animaron unos a otros en el camino. “Sobrellevad los unos las cargas de los otros”, escribe Pablo (Gá 6.2). Podemos hacer esto fácilmente cuando hablamos al Señor en favor de otros.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Como todas las disciplinas espirituales, la oración es una práctica, pero no en el sentido de algo que se haga esporádicamente. La raíz griega depráctica significa simplemente “hacer”. Y, como cualquier ejercicio, al orar una y otra vez aprendemos la naturaleza esencial de la oración. No se trata simplemente de una práctica diaria; Jesús es el único que fue capaz de tener una vida intachable. Nosotros, también, estamos llamados a tener esa vida, y lo hacemos en parte cuando oramos.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Hace poco llevé mi hijo al médico. En la sala de chequeos, la enfermera hizo una señal para que se dirigiera hacia una mesa, que tenía un estribo. La mesa no está hecha para la comodidad o conveniencia del paciente, sino para dar al médico la mejor posición para examinar y tratar el paciente.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">La oración se parece un poco a ese estribo que mi hijo utilizó para subir a la mesa. Lo usamos para subir a la mesa, para que el Gran Médico pueda realizar el chequeo espiritual en nosotros, que solamente Él es capaz de hacer. El pasaje de la Biblia que promete que podemos mover montañas, a veces nos guía a ver a la oración como una clase de teléfono para emergencias que nos garantiza resultados por la acción. Sin embargo, el único resultado garantizado por la oración, es una persona transformada. La oración produce milagros en las personas, y el resultado ayuda a la persona a entender que debe buscar la gloria de Dios en vez de la suya propia.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Hablar con Dios es un medio, no un fin. Pero ¿un medio para qué? Pensemos en cómo el encuentro con Jesús en Marcos 10.47 demuestra la manera como la oración puede llevarnos a Dios, poniéndonos bajo su misericordia. Bartimeo clamó: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!” El clamor del ciego —su oración— lo trajo a Jesús, de quien recibió la vista. A medida que avanzaban las semanas, llegué a reconocer que la oración estaba haciendo lo mismo en mí. Ella no solo estaba abriendo mis ojos, sino también sanándolos. Comencé a ver mi falta de oración como lo que era realmente: orgullo. Era arrogante en mi autosuficiencia. Había estado enfocado en lo que consideraba más importante. Pero esa oración diaria me obligaba a confrontar las mismas cosas cada día: la soberanía de Dios y mi impotencia; mi pecaminosidad y la misericordia de Dios; mi dureza de corazón y el gran amor de Dios.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Juan Wesley escribió: “Dios no hace nada sino en respuesta a la oración, y lo hace todo con ella”. Después de varias semanas, experimenté esa verdad. Había comenzado mi peregrinación con la esperanza de que Dios cambiara mi vida de oración y que le diera una mejor estructura y más frecuencia. Sí, ambas cosas sucedieron, pero no de la manera que yo esperaba. Mis oraciones me llevaron a Jesús, quien, como un gentil artesano, cambió mis oraciones al cambiarme primero a mí.</span></p> <p><br /><em><a href="https://www.encontacto.org/lea/revista/notas-teologicas/la-oracion-que-nos-cambia" target="_blank">En Contacto</a></em></p> <p><br /><br /></p> <p>Durante años, estuve convencido de que yo siempre tendría una vida de oración pésima. Después de ser cristiano por más de dos décadas, oraba con poca frecuencia y por cosas al azar, si es que lo hacía. Pero sabía que Jesús nos había dado el ejemplo de cómo debía ser la vida de oración, y que la mía necesitaba cambiar. Decidí, entonces, que las semanas previas al Domingo de Resurrección le haría frente a la situación. Me dispuse a utilizar esos días para disciplinarme y aprender de las oraciones de otros, y comenzar el día hablando con el Señor. ¿Cuál fue la decisión más difícil? Escoger las oraciones que utilizaría.<br /><br />Usar una oración escrita puede parecer un ritual vacío, pero la práctica tiene una rica historia en la iglesia. Los salmos son, esencialmente, oraciones a las que se les puso música, y el Padrenuestro sigue siendo utilizado en las iglesias, tanto por su contenido como por ser un modelo para comunicarse con Dios. Debido a que yo quería ampliar y profundizar mi vida de oración, modifiqué una oración escrita por Pacomio, un cristiano del siglo IV, por su énfasis en la Trinidad, y utilicé las oraciones del texto The Valley of Wisdom (El valle de la sabiduría).<br /><br />Después de hacer un plan, puse la alarma del reloj y me fui a dormir sintiéndome esperanzado. El primer día, a las 5:30 de la mañana, salí de la cama y murmuré soñoliento la oración que había elegido para comenzar la rutina de la mañana. Más tarde, al terminar ese primer día, sentí que volvía un poco de mi viejo desánimo, porque mi “vida de oración” parecía estar muy separada de todo lo demás que yo hacía.<br /><br />Ese patrón continuó durante la semana, pero en el séptimo día comencé a ver algunos cambios. Comencé a esperar ansiosamente que sonara la alarma. También me veía a mí mismo, a la oración, y al propio Jesús de una manera más clara. <span style="font-size: 12.16px;">Al acudir al Nuevo Testamento, me di cuenta de que lo que estaba experimentando era lo que nos sucede cuando tenemos un encuentro con Jesús y nos ponemos en sus manos con un corazón humilde: el Señor transforma nuestra vida, suple nuestras necesidades, y nos comisiona para proclamar su nombre y su reino eterno.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Pensemos en Pedro, conocido tradicionalmente como un pescador rudo e impetuoso. Cuando se encontró con Jesús, algo cambió tan repentinamente en él que dejó sus redes —probablemente un negocio familiar por varias generaciones —para seguir al Maestro. Uno de sus primeros encuentros con Jesús tuvo lugar después de una noche de pesca infructuosa. A instancias de este carpintero de Nazaret, Pedro se aleja de la costa para lanzar por última vez las redes. Cuando la embarcación casi se hunde bajo el peso de los peces, Pedro se ve a sí mismo —y a Jesús— más claramente que nunca. “Apártate de mí, Señor”, le dice, “porque soy hombre pecador” (Lc 5.8). Pero Jesús llama a Pedro a seguirle, y le promete que él más bien “pescará” hombres.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Encontrarnos con Jesús en oración debe inspirarnos a vernos a nosotros mismos como se veía Pedro. La oración genuina requiere primero el reconocimiento de que la situación es sombría, y de que somos peores de lo que pensábamos. No venimos al Señor en nuestra mejor condición, necesitando ser transformados para llegar a la meta. Es decir, tenemos la desesperante necesidad de ser rehechos y moldeados de nuevo por Aquel que nos hizo, para empezar. En mi experimento, descubrí que yo estaba comenzando a verme a mí mismo con la claridad de Pedro, gracias al Salmo 51. Este salmo, que está incluido en la oración de Pacomio, comienza con David clamando por misericordia por su pecado con Betsabé. La porción más conocida es la petición que hace David de ser renovado, y encontré que su ruego —“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio” (v. 10)— resonaba en todas mis reuniones y tareas diarias.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Así como lo hizo con Pedro, el Señor nos busca algunas veces de manera específica. En otras, encontrarse con Él requiere perseverancia de nuestra parte. Por ejemplo, cuando cuatro hombres trajeron a su amigo paralítico a Jesús, descubrieron que Él estaba más allá de su alcance. Pudieron haberse regresado a sus casas, o pudieron haber esperado un día más. Pero, en vez de eso, llevaron a su amigo al techo, hicieron un agujero, y lo bajaron al interior de la casa. La reacción de Jesús no fue de enojo, sino de compasión: “Hombre, tus pecados te son perdonados” (Lc 5.20). Después de esto, Él también demostró su autoridad curando la parálisis del hombre. La tenacidad de esos hombres para llegar a Jesús tuvo un impacto permanente en todos los que estaban allí. Eso pudiera también ilustrar algo importante en cuanto a la oración: No necesitamos llevar solos nuestras cargas. Para un solo hombre, llevar a su amigo a Jesús habría sido muy difícil, pero cuatro hombres compartieron la carga y se animaron unos a otros en el camino. “Sobrellevad los unos las cargas de los otros”, escribe Pablo (Gá 6.2). Podemos hacer esto fácilmente cuando hablamos al Señor en favor de otros.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Como todas las disciplinas espirituales, la oración es una práctica, pero no en el sentido de algo que se haga esporádicamente. La raíz griega depráctica significa simplemente “hacer”. Y, como cualquier ejercicio, al orar una y otra vez aprendemos la naturaleza esencial de la oración. No se trata simplemente de una práctica diaria; Jesús es el único que fue capaz de tener una vida intachable. Nosotros, también, estamos llamados a tener esa vida, y lo hacemos en parte cuando oramos.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Hace poco llevé mi hijo al médico. En la sala de chequeos, la enfermera hizo una señal para que se dirigiera hacia una mesa, que tenía un estribo. La mesa no está hecha para la comodidad o conveniencia del paciente, sino para dar al médico la mejor posición para examinar y tratar el paciente.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">La oración se parece un poco a ese estribo que mi hijo utilizó para subir a la mesa. Lo usamos para subir a la mesa, para que el Gran Médico pueda realizar el chequeo espiritual en nosotros, que solamente Él es capaz de hacer. El pasaje de la Biblia que promete que podemos mover montañas, a veces nos guía a ver a la oración como una clase de teléfono para emergencias que nos garantiza resultados por la acción. Sin embargo, el único resultado garantizado por la oración, es una persona transformada. La oración produce milagros en las personas, y el resultado ayuda a la persona a entender que debe buscar la gloria de Dios en vez de la suya propia.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Hablar con Dios es un medio, no un fin. Pero ¿un medio para qué? Pensemos en cómo el encuentro con Jesús en Marcos 10.47 demuestra la manera como la oración puede llevarnos a Dios, poniéndonos bajo su misericordia. Bartimeo clamó: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!” El clamor del ciego —su oración— lo trajo a Jesús, de quien recibió la vista. A medida que avanzaban las semanas, llegué a reconocer que la oración estaba haciendo lo mismo en mí. Ella no solo estaba abriendo mis ojos, sino también sanándolos. Comencé a ver mi falta de oración como lo que era realmente: orgullo. Era arrogante en mi autosuficiencia. Había estado enfocado en lo que consideraba más importante. Pero esa oración diaria me obligaba a confrontar las mismas cosas cada día: la soberanía de Dios y mi impotencia; mi pecaminosidad y la misericordia de Dios; mi dureza de corazón y el gran amor de Dios.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Juan Wesley escribió: “Dios no hace nada sino en respuesta a la oración, y lo hace todo con ella”. Después de varias semanas, experimenté esa verdad. Había comenzado mi peregrinación con la esperanza de que Dios cambiara mi vida de oración y que le diera una mejor estructura y más frecuencia. Sí, ambas cosas sucedieron, pero no de la manera que yo esperaba. Mis oraciones me llevaron a Jesús, quien, como un gentil artesano, cambió mis oraciones al cambiarme primero a mí.</span></p> <p><br /><em><a href="https://www.encontacto.org/lea/revista/notas-teologicas/la-oracion-que-nos-cambia" target="_blank">En Contacto</a></em></p> <p><br /><br /></p> Miles de cristianos oran por la Iglesia perseguida 2013-11-14T10:21:51-03:00 2013-11-14T10:21:51-03:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=148:miles-de-cristianos-oran-por-la-iglesia-perseguida Super User <p>Organizaciones cristianas animaron a los creyentes del mundo a celebrar el día de la oración, el 3 de noviembre y otros el 10 de noviembre, por la Iglesia Perseguida, pero los organizadores dicen que los cristianos deben también hacer un esfuerzo para orar por los creyentes perseguidos durante todo el año.</p> <p>Organizaciones cristianas animaron a los creyentes del mundo a celebrar el día de la oración, el 3 de noviembre y otros el 10 de noviembre, por la Iglesia Perseguida, pero los organizadores dicen que los cristianos deben también hacer un esfuerzo para orar por los creyentes perseguidos durante todo el año.</p> Miles de evangélicos se unen y marchan orando por España 2016-06-21T11:59:38-04:00 2016-06-21T11:59:38-04:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=573:miles-de-evangelicos-se-unen-y-marchan-orando-por-espana Super User <p>Unos 5.000 evangélicos marcharon el sábado por el centro de Madrid para proclamar su esperanza en Jesucristo y orar por España. La colorida marea humana, inició su marcha en la Plaza de Carlos V y avanzó hasta la Plaza de Cibeles, donde la muchedumbre se concentró frente al Palacio, sede del Ayuntamiento de Madrid.</p> <p>Unos 5.000 evangélicos marcharon el sábado por el centro de Madrid para proclamar su esperanza en Jesucristo y orar por España. La colorida marea humana, inició su marcha en la Plaza de Carlos V y avanzó hasta la Plaza de Cibeles, donde la muchedumbre se concentró frente al Palacio, sede del Ayuntamiento de Madrid.</p> Miles salieron a las calles a orar por España 2014-06-17T10:58:05-04:00 2014-06-17T10:58:05-04:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=325:miles-salieron-a-las-calles-a-orar-por-espana Super User <p>El sábado se celebró el evento 'España oramos por ti', en el que participaron miles de evangélicos, movilizados en marchas multitudinarias y actos en lugares céntricos de varias ciudades para orar por este país. Madrid, Alicante, La Coruña y Guadalajara, fueron las más concurridas.</p> <p>El sábado se celebró el evento 'España oramos por ti', en el que participaron miles de evangélicos, movilizados en marchas multitudinarias y actos en lugares céntricos de varias ciudades para orar por este país. Madrid, Alicante, La Coruña y Guadalajara, fueron las más concurridas.</p> Padre Nuestro que estás en el cielo... 2014-04-25T14:38:39-03:00 2014-04-25T14:38:39-03:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=287:padre-nuestro-que-estas-en-el-cielo Super User <p>El hombre se puso a recitar el Padrenuestro: la oración modelo, la oración magistral, la oración cristiana por excelencia. «Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre...» Y las palabras que nos enseñó Jesucristo fluyeron como fluyen las notas del órgano por sus tubos vibrantes.<br /><br />Vez tras vez, a lo largo de setenta y dos interminables horas, David Nymann, montañero de Alaska, recitó esa oración reconfortante mientras vientos helados, de ciento treinta kilómetros por hora, azotaban el monte Johnson. Su amigo, James Sweeney, yacía a su lado, con ambas piernas quebradas, sin poder moverse.<br /><br />La muerte los acechaba a ambos, por frío y por hambre. Al fin un helicóptero los avistó y los rescató. La oración había sido, para ambos hombres, calor, agua y alimento durante tres días.<br /><br />Aun los hombres más rudos, cuando se ven en apuros, abren los labios para elevar una oración. Nymann y Sweeney, deportistas que querían escalar el monte Johnson de Alaska, sufrieron una caída. Sweeney se quebró ambas piernas; Nymann quedó muy golpeado. Ambos vieron acercarse la muerte. Pero la recitación constante del padrenuestro los mantuvo en vela, y la fuerza poderosa de la esperanza los ayudó a soportar la prueba.<br /><br />La oración es la única fuerza capaz de unir al hombre, en la tierra, con Dios, en el cielo. Cuando Jesús enseñó a orar a sus discípulos, les dijo: «Ustedes deben orar así: “Padre nuestro que estás en el cielo...”» (Mateo 6:9). Jesús enseñó que Dios es el Padre de toda la humanidad. Cuando sentimos que Dios es nuestro Padre, y cuando abrimos los labios en oración sincera, Dios el Padre acude en nuestra ayuda. Dios quiere ser el Padre de todos.<br /><br /><span style="font-size: 12.16px;">¿Por qué será, entonces, que tantas oraciones no son contestadas? Quizá sea porque no nos hemos relacionado previamente con Dios. Queremos su ayuda de un momento al otro sin haber establecido una amistad con Él. Dios quiere ayudarnos, pero para alcanzar su ayuda debemos estar en continuo contacto con Él.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Establezcamos, pues, esa comunicación con nuestro Creador y Salvador. La primera oración que Él oye es: «¡Ten compasión de mí, que soy pecador!» (Lucas 18:13). Ese reconocimiento, más la súplica de perdón por nuestros pecados, establece el contacto.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Démosle nuestra vida a Cristo, el divino Salvador. Él quiere ser nuestro Señor. Sometámonos a su señorío, y Él, con seguridad, escuchará nuestra oración.</span></p> <p><br /><em>Hermano Pablo</em><br /><em><a href="http://www.conciencia.net/?ID=2014mar25" target="_blank">Un Mensaje a la Conciencia</a></em></p> <p><br /><br /></p> <p>El hombre se puso a recitar el Padrenuestro: la oración modelo, la oración magistral, la oración cristiana por excelencia. «Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre...» Y las palabras que nos enseñó Jesucristo fluyeron como fluyen las notas del órgano por sus tubos vibrantes.<br /><br />Vez tras vez, a lo largo de setenta y dos interminables horas, David Nymann, montañero de Alaska, recitó esa oración reconfortante mientras vientos helados, de ciento treinta kilómetros por hora, azotaban el monte Johnson. Su amigo, James Sweeney, yacía a su lado, con ambas piernas quebradas, sin poder moverse.<br /><br />La muerte los acechaba a ambos, por frío y por hambre. Al fin un helicóptero los avistó y los rescató. La oración había sido, para ambos hombres, calor, agua y alimento durante tres días.<br /><br />Aun los hombres más rudos, cuando se ven en apuros, abren los labios para elevar una oración. Nymann y Sweeney, deportistas que querían escalar el monte Johnson de Alaska, sufrieron una caída. Sweeney se quebró ambas piernas; Nymann quedó muy golpeado. Ambos vieron acercarse la muerte. Pero la recitación constante del padrenuestro los mantuvo en vela, y la fuerza poderosa de la esperanza los ayudó a soportar la prueba.<br /><br />La oración es la única fuerza capaz de unir al hombre, en la tierra, con Dios, en el cielo. Cuando Jesús enseñó a orar a sus discípulos, les dijo: «Ustedes deben orar así: “Padre nuestro que estás en el cielo...”» (Mateo 6:9). Jesús enseñó que Dios es el Padre de toda la humanidad. Cuando sentimos que Dios es nuestro Padre, y cuando abrimos los labios en oración sincera, Dios el Padre acude en nuestra ayuda. Dios quiere ser el Padre de todos.<br /><br /><span style="font-size: 12.16px;">¿Por qué será, entonces, que tantas oraciones no son contestadas? Quizá sea porque no nos hemos relacionado previamente con Dios. Queremos su ayuda de un momento al otro sin haber establecido una amistad con Él. Dios quiere ayudarnos, pero para alcanzar su ayuda debemos estar en continuo contacto con Él.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Establezcamos, pues, esa comunicación con nuestro Creador y Salvador. La primera oración que Él oye es: «¡Ten compasión de mí, que soy pecador!» (Lucas 18:13). Ese reconocimiento, más la súplica de perdón por nuestros pecados, establece el contacto.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Démosle nuestra vida a Cristo, el divino Salvador. Él quiere ser nuestro Señor. Sometámonos a su señorío, y Él, con seguridad, escuchará nuestra oración.</span></p> <p><br /><em>Hermano Pablo</em><br /><em><a href="http://www.conciencia.net/?ID=2014mar25" target="_blank">Un Mensaje a la Conciencia</a></em></p> <p><br /><br /></p> Tribunal Supremo falla a favor de oraciones 2014-05-12T18:58:17-04:00 2014-05-12T18:58:17-04:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=297:tribunal-supremo-falla-a-favor-de-oraciones Super User <p>Las oraciones con las que organismo oficiales abren las reuniones no violan la Constitución aunque habitualmente subrayan el cristianismo, dictaminó este lunes una Corte Suprema de Estados Unidos. No es un problema porque no hay ningún deseo de hacer proselitismo o degradar a otros credos, sentenció.</p> <p>Las oraciones con las que organismo oficiales abren las reuniones no violan la Constitución aunque habitualmente subrayan el cristianismo, dictaminó este lunes una Corte Suprema de Estados Unidos. No es un problema porque no hay ningún deseo de hacer proselitismo o degradar a otros credos, sentenció.</p> ¿Incomodan sus oraciones a Dios? 2014-01-20T16:23:45-03:00 2014-01-20T16:23:45-03:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=198:incomodan-sus-oraciones-a-dios Super User <p>Sé que Dios lo sabe todo, pero me pregunto si se siente frustrado con mis oraciones.<br /><br />“Oh, Señor, por favor cuida a mis hijos cuando regresen del campamento esta semana. Que la mente del conductor esté descansada y sus ojos atentos. Oh, eso me recuerda que necesito hacer una cita para Katie con el oculista. La vi leyendo su libro muy de cerca. Eso no puede ser bueno. Me sorprendió mucho que la biblioteca no tuviera más libros para niñas. Evidentemente los pocos libros que tienen son muy utilizados porque se ven muy desgastados. Me pregunto por qué no los forran con plástico resistente. Ahora que lo pienso, yo debería tener esos libros en mi casa. No —ya me estoy quedando sin espacio en las estanterías, y eso añadiría más volumen. ¡Ah! Más volumen, como yo. ¿Sabes? Necesito volver a hacer esa dieta. Si solamente yo… ¿Qué?... Espera… ¡oh, OH! Señor, lo siento. ¿Dónde estábamos?”<br /><br />¿Cómo es posible que suceda esto? ¿Cómo puedo tener el increíble privilegio de que se permita traer mis pensamientos, mis alegrías, mi dolor y mis peticiones al Rey del universo, y dejar que mi mente tome un camino equivocado?<br /><br />Y no es solamente mi mente errante la que puede hacer que me desvíe. Vivimos en un mundo de interrupciones electrónicas. Cuando la tecnología digital hizo erupción por primera vez, todos pensamos: Las cosas van a ser mejor ahora. Puedo encontrar información mucho más rápido. Tendré… (y aquí está la mentira que todos creímos)… tendré más tiempo.<br /><br />Tal vez al comienzo eso era verdad. Investigar para hacer una compra ya no implicaba leer largos comentarios en la biblioteca sobre los productos. En cuestión de segundos, teníamos toda la información que necesitábamos. Pero pronto tuvimos más información de la que podíamos manejar. Y ahora, la información nos llega de prisa y con furia. Hay demasiado para procesar. Las notificaciones electrónicas nos alertan constantemente de que hay algo nuevo que leer. Los correos electrónicos nos inundan. Los mensajes de Facebook no paran. Blog tras blog tienen nuevo contenido. La cabeza me da vueltas por todo lo que recibo. No hay tiempo para analizar detenidamente esos mensajes; no hay tiempo para que la información que recibimos se vuelva productiva...<br /><br />Continúe leyendo en este enlace: <a href="http://encontacto.org/Revista/contenido.aspx?topic=Incomodan_sus_oraciones_a_Dios" target="_blank">En Contacto</a></p> <p> </p> <p>Sé que Dios lo sabe todo, pero me pregunto si se siente frustrado con mis oraciones.<br /><br />“Oh, Señor, por favor cuida a mis hijos cuando regresen del campamento esta semana. Que la mente del conductor esté descansada y sus ojos atentos. Oh, eso me recuerda que necesito hacer una cita para Katie con el oculista. La vi leyendo su libro muy de cerca. Eso no puede ser bueno. Me sorprendió mucho que la biblioteca no tuviera más libros para niñas. Evidentemente los pocos libros que tienen son muy utilizados porque se ven muy desgastados. Me pregunto por qué no los forran con plástico resistente. Ahora que lo pienso, yo debería tener esos libros en mi casa. No —ya me estoy quedando sin espacio en las estanterías, y eso añadiría más volumen. ¡Ah! Más volumen, como yo. ¿Sabes? Necesito volver a hacer esa dieta. Si solamente yo… ¿Qué?... Espera… ¡oh, OH! Señor, lo siento. ¿Dónde estábamos?”<br /><br />¿Cómo es posible que suceda esto? ¿Cómo puedo tener el increíble privilegio de que se permita traer mis pensamientos, mis alegrías, mi dolor y mis peticiones al Rey del universo, y dejar que mi mente tome un camino equivocado?<br /><br />Y no es solamente mi mente errante la que puede hacer que me desvíe. Vivimos en un mundo de interrupciones electrónicas. Cuando la tecnología digital hizo erupción por primera vez, todos pensamos: Las cosas van a ser mejor ahora. Puedo encontrar información mucho más rápido. Tendré… (y aquí está la mentira que todos creímos)… tendré más tiempo.<br /><br />Tal vez al comienzo eso era verdad. Investigar para hacer una compra ya no implicaba leer largos comentarios en la biblioteca sobre los productos. En cuestión de segundos, teníamos toda la información que necesitábamos. Pero pronto tuvimos más información de la que podíamos manejar. Y ahora, la información nos llega de prisa y con furia. Hay demasiado para procesar. Las notificaciones electrónicas nos alertan constantemente de que hay algo nuevo que leer. Los correos electrónicos nos inundan. Los mensajes de Facebook no paran. Blog tras blog tienen nuevo contenido. La cabeza me da vueltas por todo lo que recibo. No hay tiempo para analizar detenidamente esos mensajes; no hay tiempo para que la información que recibimos se vuelva productiva...<br /><br />Continúe leyendo en este enlace: <a href="http://encontacto.org/Revista/contenido.aspx?topic=Incomodan_sus_oraciones_a_Dios" target="_blank">En Contacto</a></p> <p> </p>