titleRadio Armonia <subtitle type="text">Una señal en el aire, para confesar que: “Jesucristo es el Señor, para Gloria de Dios Padre". Fil. 2:11</subtitle> <link rel="alternate" type="text/html" href="http://radioarmonia.cl"/> <id>http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/tags/tag/368-consejos</id> <updated>2024-05-05T06:18:18-04:00</updated> <author> <name>Web Radio Armonia</name> <email>internet@armonia.cl</email> </author> <link rel="self" type="application/atom+xml" href="http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/tags/tag/368-consejos?format=feed&type=atom"/> <entry> <title>Consejos para el compromiso 2014-05-22T13:15:59-04:00 2014-05-22T13:15:59-04:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=306:consejos-para-el-compromiso Super User <p>¿Es este el elegido? Hablemos primero (y de manera breve) acerca de la decisión de casarse con una persona en particular. He escrito sobre esto en otras ocasiones, pero aquí expongo un breve repaso:<br /><br />Primero, observe el proyecto que usted tiene para su vida; más específicamente,  ¿qué piensa usted será de este propósito o proyecto si se une a esta persona?, o ¿qué visualiza  ahora que el Señor le ha puesto ahí? ¿Podrá, en términos generales, servirle a Dios mejor si están juntos que separados? ¿Será capaz de lograr el propósito (permanecer en su plan original o en uno que usted haya percibido- una visión a través de esta persona) más efectivamente juntos que por separado? Después, considere si siente que puede amar a esta persona sacrificialmente, así como respetarla y apoyarla.<br /><br />También, ¿qué piensan los demás (aquellos a los que ambos han pedido consejo, bajo el contexto en que su relación ha tomado lugar, amigos o familia) sobre la relación? ¿Les parece sólida? ¿Les parece que la relación es buena para ambos? Como lo escrito anteriormente, esta es (eso espero) una valoración mucho más profunda que simplemente preguntarse ¿soy físicamente atractivo para él o para ella?" o "¿Tenemos química?".<br /><br /><strong>Vamos, andando</strong><br />Si pasas toda esta búsqueda del alma, podrías decidir (probablemente de forma separada por el momento), que el matrimonio entre ustedes dos es lo correcto ante el Señor. Si esto sucede, el siguiente paso para el chico es ir a través de ese proceso aterrorizante lleno de placer para aprender acerca de diamantes de circonio cúbico, averiguando sobre las especificaciones exactas del anillo que su novia desea por medio de varios actos de espionaje, escogiendo el anillo perfecto con base en una intuición sincera, y agonizar por el planeamiento cuidadoso de la forma de declararse que no llegue a avergonzarlo por completo. Como las mujeres pueden sospechar, este proceso llega de manera natural y fácilmente a todos los hombres. Luego de que la declaración ha sido hecha sin tropiezos y llevada a cabo por el hombre sin inconvenientes de ningún tipo, la mujer dice sí sin dudar, acompañada por sonrisas y lágrimas por doquier. Las reacciones individuales pueden variar.<br /><br />Bien, felicidades, estás comprometido. ¿Qué haces ahora? Cuando se trata del compromiso, hay un sólo concepto en mente. Es fácil, simple y debe guiarte en cada decisión, en todas las etapas del proceso y hasta que llegues a estar delante de Dios, de la gente y de la persona que los vaya a casar en el gran día. ¿Listo? Este concepto es que Aún no estás casado/a. Ahora, dependiendo de la logística u otras circunstancias, trasfondos culturales, duración de la relación, cosas que otros cristianos te hayan dicho, hay otra forma de decirlo. ¿Listo? No estás casado/a aún. Recuerda esto si no aprendes nada más de este artículo.<br /><br />Asumiendo esta "regla fundamental del compromiso," veamos algunas formas útiles para crecer en pareja y pasar este momento único.<br /><br /><strong>¿Que hacemos ahora?</strong><br />Un tema que ocupará la mayor parte de su tiempo de conversación más que antes de haberse comprometido será cómo es posible que no estén casados aún. Aquí hay otras cosas para que piensen al respecto.<br /><br />Primero, no gasten tiempo importante conversando acerca de cómo será su vida sexual una vez que estén casados. Hablen claramente acerca de los límites en su relación física, y pongan métodos claros en su lugar que les ayuden a adherirse a ellos, pero no gasten el tiempo fantaseando sobre su futura relación sexual. Parece algo de sentido común, pero confíe en mí, se debe decir.<br /><br />Si cada uno de ustedes siente que debe conversar con alguien de confianza sobre los temores o preocupaciones que usted pueda tener sobre su relación sexual, especialmente durante la propia noche de bodas. No necesitas hablar de esto constantemente como pareja, y tampoco debes hacer un estudio profundo del Cantar de los Cantares con tu prometido/a dos meses antes de la boda.<br /><br />Esto es importante: No compren el mito secular de que de alguna manera usted es inferior o fracasará como esposo/a si usted no cumple como un experto sexual la noche de su boda. De hecho, lo contrario es lo verdadero. Aprender y crecer juntos en esta forma es una de las muchas cosas maravillosas sobre el matrimonio.<br /><br /><strong>Prepárese para el Matrimonio</strong><br />Haga buen uso de su compromiso más allá que simplemente prepararse para la boda. Tome algún tiempo para verdaderamente prepararse para el matrimonio también. Reciba consejería para el matrimonio, ya sea de parte del pastor quien tendrá a su cargo el servicio de la boda o de alguna otra persona que sea madura en la fe y en el matrimonio.<br /><br />Aunque existen un enorme número de libros espectacularmente malos sobre el matrimonio, también hay otros muy buenos. Pida consejos sobre qué literatura puede adquirir. Lea y medite.<br /><br />Finalmente, converse sobre cosas que usted piense puedan ser fuente de conflicto durante su matrimonio. Un buen consejero matrimonial los forzará a ustedes a hacer esto al tratar de encontrar esas áreas y tanteándolas un poco, pero debe esforzarse de su parte para ponerle atención a esos temas que usted saben existen. Además de trabajar posiblemente en esos temas de manera temprana, el ejercicio mejorará sus destrezas en comunicación. Confíe en mí. Las va a necesitar.<br /><br /><strong>Prepárese para la boda</strong><br />Desde mi punto de vista, mucho menos de su compromiso debe utilizarse en planear la boda que en preparar su matrimonio, pero obviamente usted pasará algún tiempo conversando sobre esto. He aquí algunas cosas que debe tener en mente mientras lo hace.<br /><br />Una boda no es ante todo sobre las dos personas que se casan. No es fundamentalmente sobre el día especial de la novia (aunque será sin lugar a duda un día especial para ella), y no es ante todo el rito del novio para pasar a la hombría cristiana (aunque de cierta manera también lo es). El día de la boda es un servicio de alabanza en el cuál dos personas llegan a casarse. De hecho, en siglos anteriores, literalmente era eso. Al final del servicio regular de domingo en la mañana, dos personas que se casaban podían ya fuera caminar hasta el frente de la iglesia o simplemente ponerse de pie donde se encontraban y decir sus votos.<br />Al igual que planeas la música, la decoración, y otros aspectos del servicio de la boda, ten en mente que en última instancia es un evento de adoración delante de Dios. Yo aconsejo que lo hagas sencillo, y mantenlo lleno de adoración. Demasiadas parejas ponen tremenda energía y estrés, incluso lágrimas, sobre qué tipo de papel pergamino falso deberán usar para los programas de forma que puedan evocar más efectivamente un tema "Mediterráneo". Mientras tanto, están desatendiendo su matrimonio incluso antes de empezar. Una boda simple también le permitirá tener un compromiso de celebración corto, lo que en muchos casos es algo grandioso, por un sin fin de razones.<br /><br /><strong>Mantenga la logística en el asiento de atrás</strong><br />Al hablar de compromisos a largo plazo, debemos hablar de logística. Si crees que has recibido el llamado para casarte, y crees haber encontrado la persona con la que deseas casarte, entonces cásate. La logística nunca será perfecta. El matrimonio es algo que durará el resto de la vida de uno. Será central y controlará sobre cualquier ministerio que alguno de los dos pueda tener. Ajuste cosas como los estudios, trabajos, dinero, distancia (en otras palabras, logística) para acomodar lo que significa casarse. No ajustes el propósito ni el tiempo del casamiento por un tiempo significativo de acomodo del capricho de la logística o cualquier otra circunstancia terrenal.<br /><br />En otras palabras, no es sabio, y probablemente en una violación pecaminosa de algunos otros principios que hemos discutido, tener un compromiso de tres años o una relación inapropiada porque la logística para casarse no es perfecta. Si la logística es tan mala (o tan importante para usted) que sienta que no podrá casarse en el futuro cercano, entonces ponga más cuidado si debe mantener una relación.<br /><br /><strong>Responsabilidad</strong><br />Lo crea o no, la responsabilidad real es probablemente lo más importante de esta etapa. Debe ser frecuente, personal, local y resistente. Tome los pasos para glorificar respetarse a sí mismo y a su cónyuge por todo el camino hacia la boda y más allá.<br /><br />Su relación de noviazgo y progresión hacia el matrimonio puede verse diferente de algunos de [los elementos] que he escrito aquí. Mantenga en mente tan sólo los elementos esenciales: respeto, cuido del alma de la otra persona por sobre tus propias necesidades, no defraudarse el uno al otro, dirección y sumisión que saldrán a escena y que serán retratadas de una forma santa para que el mundo la vea, relaciones ejecutadas corporativamente y bajo consejería, falta de intimidad emocional inapropiada, sin intimidad física, dejar el matrimonio para el matrimonio, ser diferentes de lo que el mundo es, dándole la gloria a Dios.<br /><br /><em>Enfoque a la Familia</em></p> <p><br /><br /></p> <p>¿Es este el elegido? Hablemos primero (y de manera breve) acerca de la decisión de casarse con una persona en particular. He escrito sobre esto en otras ocasiones, pero aquí expongo un breve repaso:<br /><br />Primero, observe el proyecto que usted tiene para su vida; más específicamente,  ¿qué piensa usted será de este propósito o proyecto si se une a esta persona?, o ¿qué visualiza  ahora que el Señor le ha puesto ahí? ¿Podrá, en términos generales, servirle a Dios mejor si están juntos que separados? ¿Será capaz de lograr el propósito (permanecer en su plan original o en uno que usted haya percibido- una visión a través de esta persona) más efectivamente juntos que por separado? Después, considere si siente que puede amar a esta persona sacrificialmente, así como respetarla y apoyarla.<br /><br />También, ¿qué piensan los demás (aquellos a los que ambos han pedido consejo, bajo el contexto en que su relación ha tomado lugar, amigos o familia) sobre la relación? ¿Les parece sólida? ¿Les parece que la relación es buena para ambos? Como lo escrito anteriormente, esta es (eso espero) una valoración mucho más profunda que simplemente preguntarse ¿soy físicamente atractivo para él o para ella?" o "¿Tenemos química?".<br /><br /><strong>Vamos, andando</strong><br />Si pasas toda esta búsqueda del alma, podrías decidir (probablemente de forma separada por el momento), que el matrimonio entre ustedes dos es lo correcto ante el Señor. Si esto sucede, el siguiente paso para el chico es ir a través de ese proceso aterrorizante lleno de placer para aprender acerca de diamantes de circonio cúbico, averiguando sobre las especificaciones exactas del anillo que su novia desea por medio de varios actos de espionaje, escogiendo el anillo perfecto con base en una intuición sincera, y agonizar por el planeamiento cuidadoso de la forma de declararse que no llegue a avergonzarlo por completo. Como las mujeres pueden sospechar, este proceso llega de manera natural y fácilmente a todos los hombres. Luego de que la declaración ha sido hecha sin tropiezos y llevada a cabo por el hombre sin inconvenientes de ningún tipo, la mujer dice sí sin dudar, acompañada por sonrisas y lágrimas por doquier. Las reacciones individuales pueden variar.<br /><br />Bien, felicidades, estás comprometido. ¿Qué haces ahora? Cuando se trata del compromiso, hay un sólo concepto en mente. Es fácil, simple y debe guiarte en cada decisión, en todas las etapas del proceso y hasta que llegues a estar delante de Dios, de la gente y de la persona que los vaya a casar en el gran día. ¿Listo? Este concepto es que Aún no estás casado/a. Ahora, dependiendo de la logística u otras circunstancias, trasfondos culturales, duración de la relación, cosas que otros cristianos te hayan dicho, hay otra forma de decirlo. ¿Listo? No estás casado/a aún. Recuerda esto si no aprendes nada más de este artículo.<br /><br />Asumiendo esta "regla fundamental del compromiso," veamos algunas formas útiles para crecer en pareja y pasar este momento único.<br /><br /><strong>¿Que hacemos ahora?</strong><br />Un tema que ocupará la mayor parte de su tiempo de conversación más que antes de haberse comprometido será cómo es posible que no estén casados aún. Aquí hay otras cosas para que piensen al respecto.<br /><br />Primero, no gasten tiempo importante conversando acerca de cómo será su vida sexual una vez que estén casados. Hablen claramente acerca de los límites en su relación física, y pongan métodos claros en su lugar que les ayuden a adherirse a ellos, pero no gasten el tiempo fantaseando sobre su futura relación sexual. Parece algo de sentido común, pero confíe en mí, se debe decir.<br /><br />Si cada uno de ustedes siente que debe conversar con alguien de confianza sobre los temores o preocupaciones que usted pueda tener sobre su relación sexual, especialmente durante la propia noche de bodas. No necesitas hablar de esto constantemente como pareja, y tampoco debes hacer un estudio profundo del Cantar de los Cantares con tu prometido/a dos meses antes de la boda.<br /><br />Esto es importante: No compren el mito secular de que de alguna manera usted es inferior o fracasará como esposo/a si usted no cumple como un experto sexual la noche de su boda. De hecho, lo contrario es lo verdadero. Aprender y crecer juntos en esta forma es una de las muchas cosas maravillosas sobre el matrimonio.<br /><br /><strong>Prepárese para el Matrimonio</strong><br />Haga buen uso de su compromiso más allá que simplemente prepararse para la boda. Tome algún tiempo para verdaderamente prepararse para el matrimonio también. Reciba consejería para el matrimonio, ya sea de parte del pastor quien tendrá a su cargo el servicio de la boda o de alguna otra persona que sea madura en la fe y en el matrimonio.<br /><br />Aunque existen un enorme número de libros espectacularmente malos sobre el matrimonio, también hay otros muy buenos. Pida consejos sobre qué literatura puede adquirir. Lea y medite.<br /><br />Finalmente, converse sobre cosas que usted piense puedan ser fuente de conflicto durante su matrimonio. Un buen consejero matrimonial los forzará a ustedes a hacer esto al tratar de encontrar esas áreas y tanteándolas un poco, pero debe esforzarse de su parte para ponerle atención a esos temas que usted saben existen. Además de trabajar posiblemente en esos temas de manera temprana, el ejercicio mejorará sus destrezas en comunicación. Confíe en mí. Las va a necesitar.<br /><br /><strong>Prepárese para la boda</strong><br />Desde mi punto de vista, mucho menos de su compromiso debe utilizarse en planear la boda que en preparar su matrimonio, pero obviamente usted pasará algún tiempo conversando sobre esto. He aquí algunas cosas que debe tener en mente mientras lo hace.<br /><br />Una boda no es ante todo sobre las dos personas que se casan. No es fundamentalmente sobre el día especial de la novia (aunque será sin lugar a duda un día especial para ella), y no es ante todo el rito del novio para pasar a la hombría cristiana (aunque de cierta manera también lo es). El día de la boda es un servicio de alabanza en el cuál dos personas llegan a casarse. De hecho, en siglos anteriores, literalmente era eso. Al final del servicio regular de domingo en la mañana, dos personas que se casaban podían ya fuera caminar hasta el frente de la iglesia o simplemente ponerse de pie donde se encontraban y decir sus votos.<br />Al igual que planeas la música, la decoración, y otros aspectos del servicio de la boda, ten en mente que en última instancia es un evento de adoración delante de Dios. Yo aconsejo que lo hagas sencillo, y mantenlo lleno de adoración. Demasiadas parejas ponen tremenda energía y estrés, incluso lágrimas, sobre qué tipo de papel pergamino falso deberán usar para los programas de forma que puedan evocar más efectivamente un tema "Mediterráneo". Mientras tanto, están desatendiendo su matrimonio incluso antes de empezar. Una boda simple también le permitirá tener un compromiso de celebración corto, lo que en muchos casos es algo grandioso, por un sin fin de razones.<br /><br /><strong>Mantenga la logística en el asiento de atrás</strong><br />Al hablar de compromisos a largo plazo, debemos hablar de logística. Si crees que has recibido el llamado para casarte, y crees haber encontrado la persona con la que deseas casarte, entonces cásate. La logística nunca será perfecta. El matrimonio es algo que durará el resto de la vida de uno. Será central y controlará sobre cualquier ministerio que alguno de los dos pueda tener. Ajuste cosas como los estudios, trabajos, dinero, distancia (en otras palabras, logística) para acomodar lo que significa casarse. No ajustes el propósito ni el tiempo del casamiento por un tiempo significativo de acomodo del capricho de la logística o cualquier otra circunstancia terrenal.<br /><br />En otras palabras, no es sabio, y probablemente en una violación pecaminosa de algunos otros principios que hemos discutido, tener un compromiso de tres años o una relación inapropiada porque la logística para casarse no es perfecta. Si la logística es tan mala (o tan importante para usted) que sienta que no podrá casarse en el futuro cercano, entonces ponga más cuidado si debe mantener una relación.<br /><br /><strong>Responsabilidad</strong><br />Lo crea o no, la responsabilidad real es probablemente lo más importante de esta etapa. Debe ser frecuente, personal, local y resistente. Tome los pasos para glorificar respetarse a sí mismo y a su cónyuge por todo el camino hacia la boda y más allá.<br /><br />Su relación de noviazgo y progresión hacia el matrimonio puede verse diferente de algunos de [los elementos] que he escrito aquí. Mantenga en mente tan sólo los elementos esenciales: respeto, cuido del alma de la otra persona por sobre tus propias necesidades, no defraudarse el uno al otro, dirección y sumisión que saldrán a escena y que serán retratadas de una forma santa para que el mundo la vea, relaciones ejecutadas corporativamente y bajo consejería, falta de intimidad emocional inapropiada, sin intimidad física, dejar el matrimonio para el matrimonio, ser diferentes de lo que el mundo es, dándole la gloria a Dios.<br /><br /><em>Enfoque a la Familia</em></p> <p><br /><br /></p> Guía para aprender a Perdonar 2017-08-28T09:53:00-03:00 2017-08-28T09:53:00-03:00 http://radioarmonia.cl/inicio/index.php/component/content/article?id=313:guia-para-aprender-a-perdonar Super User <p>Traición, rechazo, condena. Nadie pide ese trato, pero pocos están a salvo de recibir algunas heridas en la vida. Las circunstancias que requieren de perdón no están, por lo general, en nuestros planes. Pero, para obedecer fielmente a Cristo, tenemos que aprender a decir: “Te perdono”. La siguiente “guía” no es exhaustiva. Pero los consejos, las citas y los relatos recogidos aquí proporcionarán orientación en cuanto a la difícil orden del Señor de perdonar, no importa cuál sea la ofensa.<br /><br />Mientras observaba a mis hijos jugar en un parque cerca de nuestra casa, se desarrolló un curioso drama entre dos mujeres y sus hijos.<br /><br />Una mujer sostenía la mano de su hijo. La otra, más alterada, agarraba el codo del suyo. Ambos niños estaban con el ceño fruncido, con el mentón hacia fuera y las manos metidas en los bolsillos.<br /><br />“Él dijo que lo sentía”, dijo la segunda madre. “Ahora dile tú: ‘Te perdono’, y dense la mano”. Ninguno de los dos se miraba a los ojos. Durante el silencio, la frustrada mamá comenzó a amenazar alteradamente a su hijo hasta que éste pronunció una o dos palabras. Aliviada, esta mamá los envió de nuevo al parque, y luego se lamentó con su amiga sobre la dificultad de llegar a los corazones de sus hijos. “Sé que el necesitaba hacerlo”, suspiró, “pero si no lo hizo de corazón, ¿qué sentido tiene?”<br /><br />Era una pregunta válida. Después de todo, el “te perdono” que dijo su hijo era tan sincero como el “lo siento” de la respuesta del otro. Este incidente me recordó que saber que hay que perdonar no es la parte difícil; perdonar de verdad, sí que lo es. El punto, después de todo, es la reconciliación -la comunión restaurada y la herida sanada- que resulta de la práctica de esta disciplina. Al final, el perdón cambia más a quien perdona que al perdonado.<br /><br />Esto es así, porque el perdón nos obliga a reconocer nuestra impotencia, y a confiar en la justicia de Dios. El niño que se resistía a perdonar sabía instintivamente que la debilidad no es, por lo general, considerada una virtud. <span style="font-size: 12.16px;">Buscar la venganza nos hace sentir fuertes. Perdonar, por el contrario, reconoce que es posible que no recibamos la “justicia” que pensamos que merecíamos.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">El cambio también se debe a que el perdón crea un espacio para la comunión restaurada. Renunciar a nuestro reclamo contra el ofensor nos lleva de la debilidad a la fortaleza, ya que invitamos a la paz del Espíritu Santo a restaurar nuestra relación con Dios y el prójimo. Negar el perdón, en cambio, rompe la comunión no solo con nuestro adversario, sino también con nuestro Padre celestial (Mr 11.25).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Un rato después, mientras mis hijos y yo dejábamos el parque, vi que los niños estaban jugando otra vez. Sonreían y reían como si nada hubiera sucedido. Aunque el proceso no siempre se vuelve tan fácil, el perdonar —y recibir perdón— había hecho un espacio para su amistad.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">La mayoría de las personas sufren heridas mucho más profundas que las del caso del parque. Los obstáculos para perdonar serán mucho más grandes, y el costo mucho más alto. Pero el punto sigue siendo el mismo: cuando perdonamos, hacemos posible que una relación se renueve, si no con la persona que perdonamos, entonces con la Persona que nos ha perdonado.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Consejo 1: Perdone y recuerde<br /></strong><span style="font-size: 12.16px;">Por lo general, ponemos juntas las palabras “perdonar” y “olvidar”, pero para perdonar de verdad, tenemos que recordar. El apóstol Pablo dice que nuestro deber de perdonar a los demás depende de recordar el perdón que recibimos de Dios. “De la manera que Cristo os perdonó”, escribe, “así también hacedlo vosotros” (Col 3.13). No solo debemos recordar que Dios nos perdona, sino también imitar cómo Él lo hace: con misericordia, con generosidad, y por completo.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Podemos sentirnos tentados a mantener un “registro de agravios”, pero el amor impide eso (1 Co 13.5). El mundo incrédulo tiende a alimentar rencores contra quienes nos han causado algún mal, pero como seguidores de Cristo, perdonamos con generosidad sin esperar nada a cambio.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Aplicación:</strong><span style="font-size: 12.16px;"> Perdone por completo, haga borrón y cuenta nueva. Perdonar no significa olvidar la ofensa. Después de todo, usted es humano, y no puede olvidar totalmente. Peor aun, pretender que nunca sucedió nada malo, impide que haya sanidad. Cuando recuerde la falta cometida contra usted, véala como una oportunidad para recordar la gracia de Dios para con usted, y por medio de usted para con el ofensor.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Consejo 2: No se limite a decir unas simples palabras<br /></strong><span style="font-size: 12.16px;">Desde la perspectiva cristiana, el perdón requiere mucho más de nosotros que unas breves palabras. El escritor Thomas Watson dio una respuesta sorprendente a la pregunta: ¿Qué es el perdón? Él escribió: “Perdonamos cuando luchamos contra todo pensamiento de venganza; cuando no pensamos hacer ninguna mala jugada a nuestros enemigos, sino que les deseamos lo mejor, nos afligimos por sus calamidades, oramos por ellos, buscamos la reconciliación con ellos, y nos mostramos listos todo el tiempo para aliviarlos”. En otras palabras, el perdón requiere de una acción misericordiosa interior antes de que podamos llevar a cabo una acción misericordiosa exterior (véase el consejo no. 4).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Gran parte de este trabajo interior puede hacerse sin el conocimiento del ofensor. La frase de Watson “luchar contra”, reconoce lo extenuante que puede llegar a ser el perdón, exigiéndonos que nos opongamos de forma activa y enérgica a la inclinación natural de agredir física o verbalmente a la otra persona, o de retirarle nuestro afecto.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Aplicación:</strong><span style="font-size: 12.16px;"> Evite atacar a los demás o apartarse de ellos, y busque oportunidades para celebrar los triunfos de su ofensor. No se alegre cuando esta persona sufra, sino acompáñela en su aflicción. Trate de “aliviar” sinceramente a esa persona, y busque el momento adecuado para la reconciliación. Todo este trabajo del corazón le permitirá a usted, cuando llegue el momento, ofrecer un perdón auténtico.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Consejo 3: Comience con poco<br /></strong><span style="font-size: 12.16px;">Practique el perdonar a otros por sus pequeñas faltas a lo largo de cada día, tales como que otro conductor se le adelante en el tráfico quitándole su derecho en la vía, o que reciba una ofensa no intencional. Si lo hace, eso transformará poco a poco su corazón con el tiempo, haciendo posible que perdone a otros cuando surjan conflictos más grandes y más serios.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Consejo 4: EVITE guardar Rencor<br /></strong><span style="font-size: 12.16px;">Podríamos tener la tentación de no hacer caso a la falta cometida contra nosotros, asumiendo la responsabilidad total o parcial. Frases como: “probablemente me lo merecía”, o “tiene que haber sido cosa de los dos”, puede ocultar los sentimientos reales. Este falso proceder parece ser sabio, pero sepultar el dolor planta semillas que producen después un fruto amargo.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Aplicación:</strong><span style="font-size: 12.16px;"> Cuando usted reciba un agravio, busque la oportunidad de hacer algo en bien del ofensor. Orar por el ofensor es un buen comienzo. Hacer esta obra de amor y misericordia hará más fácil desarraigar el resentimiento.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Consejo 5: Busque misericordia más que justicia<br /></strong><span style="font-size: 12.16px;">En nuestra cultura, que aplaude la venganza antes que la misericordia, la idea de la justicia bíblica se les escapa a muchos, incluyendo a los cristianos. Algunas personas utilizan frases como: “el castigo debe ser proporcional al delito”, y concluyen falsamente que la justicia y la misericordia no pueden coexistir. Estas personas ignoran la estrecha conexión que debe haber entre ambas, como lo ilustra la Biblia mediante expresiones de profundo perdón cuando pudo haberse hecho “justicia” mediante la violencia.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Pensemos en José (véase Gn 37, 39–47). Imaginemos su historia contada dentro de las normas culturales de hoy. En vez de perdonar a sus hermanos, José habría ejecutado su largamente esperada venganza por medio de una cruel venganza o de una larga batalla legal. Esto puede sonar ridículo a nuestros oídos, pero las películas y los libros (las “biblias” del mundo de hoy) cuentan historias semejantes todo el tiempo. ¡Cuánto más grande y más conmovedora es la historia del José real! Él prefirió perdonar cuando nadie le habría negado su derecho de vengarse.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Aplicación:</strong><span style="font-size: 12.16px;"> ¿No le ofrece su vida oportunidades semejantes para perdonar? Un compañero de trabajo exagera sus logros, y recibe un ascenso que debió haber sido de usted. Alguien traiciona su confianza, y le hace perder a un amigo. Un cónyuge miente, poniendo en peligro el matrimonio y la familia. No importa qué tan problemático pueda ser el caso, deje que Dios le revele la manera de cómo la misericordia y la justicia pueden combinarse.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Consejo 6: perdone a sus enemigos<br /></strong><span style="font-size: 12.16px;">En la mañana del 2 de octubre de 2006, Charles Roberts entró en una escuela Amish de Nickel Mines, Pensilvania. Un poco más de media hora después, cinco niñas estaban muertas, cinco más heridas, y la paz de la comunidad hecha añicos para siempre.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Sin embargo, el mismo día, mientras que los cuerpos seguían sin enterrar, se escuchó decir a un abuelo Amish a sus parientes jóvenes: “No debemos pensar mal de este hombre”. Roberts se había quitado la vida durante la crisis, y en los días que siguieron, la comunidad trató con misericordia y perdón a su familia, asombrando al mundo por su benignidad.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">La respuesta Amish de misericordia y perdón fue extraordinaria por su singularidad en un mundo fascinado por la justicia. Uno de los autores del libro Amish Grace (La misericordia de los Amish), Donald Kraybill, descubrió que la respuesta no era sorprendente sino natural. Dice que el perdón está entretejido en la cultura Amish. Su vida comunitaria exige un espíritu de perdón, y por eso lo practican como un estilo de vida, cultivándolo, como lo requiere la Biblia.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">No todas las personas tienen un enemigo, es decir, a alguien que las haya agraviado continuamente, con malicia, sin pensar en el bienestar de ellas. Si usted tiene un enemigo, la obra del perdón comienza con una oración para recordar la gracia de Dios hacia usted. Una de las tareas del Espíritu Santo es “convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn 16.8). Solo Él puede producir el cambio de corazón necesario para que podamos ver nuestro pecado, reconocer la justicia de Cristo, y ver que el juicio le pertenece a Dios.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Aplicación:</strong><span style="font-size: 12.16px;"> La mayoría de nosotros no tenemos enemigos, pero debemos preparar nuestros corazones para el duro trabajo de perdonar. Pídale a Dios que le muestre su propio pecado, y le recuerde su gracia. Y así, el día que sea lastimado, busque a su ofensor y, con la conciencia de sus propias fallas, le pida perdón. Ore por el bienestar de esa persona, no solo para que vea el error que cometió, sino también para que Dios la proteja y prospere. Apresúrese a brindar misericordia, deje la justicia en manos de Dios, y asegúrese de no permitir que el resentimiento halle terreno fértil en usted.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Por: James Cain.</span></p> <p><br /><em>En Contacto</em></p> <p><br /><br /></p> <p>Traición, rechazo, condena. Nadie pide ese trato, pero pocos están a salvo de recibir algunas heridas en la vida. Las circunstancias que requieren de perdón no están, por lo general, en nuestros planes. Pero, para obedecer fielmente a Cristo, tenemos que aprender a decir: “Te perdono”. La siguiente “guía” no es exhaustiva. Pero los consejos, las citas y los relatos recogidos aquí proporcionarán orientación en cuanto a la difícil orden del Señor de perdonar, no importa cuál sea la ofensa.<br /><br />Mientras observaba a mis hijos jugar en un parque cerca de nuestra casa, se desarrolló un curioso drama entre dos mujeres y sus hijos.<br /><br />Una mujer sostenía la mano de su hijo. La otra, más alterada, agarraba el codo del suyo. Ambos niños estaban con el ceño fruncido, con el mentón hacia fuera y las manos metidas en los bolsillos.<br /><br />“Él dijo que lo sentía”, dijo la segunda madre. “Ahora dile tú: ‘Te perdono’, y dense la mano”. Ninguno de los dos se miraba a los ojos. Durante el silencio, la frustrada mamá comenzó a amenazar alteradamente a su hijo hasta que éste pronunció una o dos palabras. Aliviada, esta mamá los envió de nuevo al parque, y luego se lamentó con su amiga sobre la dificultad de llegar a los corazones de sus hijos. “Sé que el necesitaba hacerlo”, suspiró, “pero si no lo hizo de corazón, ¿qué sentido tiene?”<br /><br />Era una pregunta válida. Después de todo, el “te perdono” que dijo su hijo era tan sincero como el “lo siento” de la respuesta del otro. Este incidente me recordó que saber que hay que perdonar no es la parte difícil; perdonar de verdad, sí que lo es. El punto, después de todo, es la reconciliación -la comunión restaurada y la herida sanada- que resulta de la práctica de esta disciplina. Al final, el perdón cambia más a quien perdona que al perdonado.<br /><br />Esto es así, porque el perdón nos obliga a reconocer nuestra impotencia, y a confiar en la justicia de Dios. El niño que se resistía a perdonar sabía instintivamente que la debilidad no es, por lo general, considerada una virtud. <span style="font-size: 12.16px;">Buscar la venganza nos hace sentir fuertes. Perdonar, por el contrario, reconoce que es posible que no recibamos la “justicia” que pensamos que merecíamos.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">El cambio también se debe a que el perdón crea un espacio para la comunión restaurada. Renunciar a nuestro reclamo contra el ofensor nos lleva de la debilidad a la fortaleza, ya que invitamos a la paz del Espíritu Santo a restaurar nuestra relación con Dios y el prójimo. Negar el perdón, en cambio, rompe la comunión no solo con nuestro adversario, sino también con nuestro Padre celestial (Mr 11.25).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Un rato después, mientras mis hijos y yo dejábamos el parque, vi que los niños estaban jugando otra vez. Sonreían y reían como si nada hubiera sucedido. Aunque el proceso no siempre se vuelve tan fácil, el perdonar —y recibir perdón— había hecho un espacio para su amistad.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">La mayoría de las personas sufren heridas mucho más profundas que las del caso del parque. Los obstáculos para perdonar serán mucho más grandes, y el costo mucho más alto. Pero el punto sigue siendo el mismo: cuando perdonamos, hacemos posible que una relación se renueve, si no con la persona que perdonamos, entonces con la Persona que nos ha perdonado.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Consejo 1: Perdone y recuerde<br /></strong><span style="font-size: 12.16px;">Por lo general, ponemos juntas las palabras “perdonar” y “olvidar”, pero para perdonar de verdad, tenemos que recordar. El apóstol Pablo dice que nuestro deber de perdonar a los demás depende de recordar el perdón que recibimos de Dios. “De la manera que Cristo os perdonó”, escribe, “así también hacedlo vosotros” (Col 3.13). No solo debemos recordar que Dios nos perdona, sino también imitar cómo Él lo hace: con misericordia, con generosidad, y por completo.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Podemos sentirnos tentados a mantener un “registro de agravios”, pero el amor impide eso (1 Co 13.5). El mundo incrédulo tiende a alimentar rencores contra quienes nos han causado algún mal, pero como seguidores de Cristo, perdonamos con generosidad sin esperar nada a cambio.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Aplicación:</strong><span style="font-size: 12.16px;"> Perdone por completo, haga borrón y cuenta nueva. Perdonar no significa olvidar la ofensa. Después de todo, usted es humano, y no puede olvidar totalmente. Peor aun, pretender que nunca sucedió nada malo, impide que haya sanidad. Cuando recuerde la falta cometida contra usted, véala como una oportunidad para recordar la gracia de Dios para con usted, y por medio de usted para con el ofensor.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Consejo 2: No se limite a decir unas simples palabras<br /></strong><span style="font-size: 12.16px;">Desde la perspectiva cristiana, el perdón requiere mucho más de nosotros que unas breves palabras. El escritor Thomas Watson dio una respuesta sorprendente a la pregunta: ¿Qué es el perdón? Él escribió: “Perdonamos cuando luchamos contra todo pensamiento de venganza; cuando no pensamos hacer ninguna mala jugada a nuestros enemigos, sino que les deseamos lo mejor, nos afligimos por sus calamidades, oramos por ellos, buscamos la reconciliación con ellos, y nos mostramos listos todo el tiempo para aliviarlos”. En otras palabras, el perdón requiere de una acción misericordiosa interior antes de que podamos llevar a cabo una acción misericordiosa exterior (véase el consejo no. 4).<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Gran parte de este trabajo interior puede hacerse sin el conocimiento del ofensor. La frase de Watson “luchar contra”, reconoce lo extenuante que puede llegar a ser el perdón, exigiéndonos que nos opongamos de forma activa y enérgica a la inclinación natural de agredir física o verbalmente a la otra persona, o de retirarle nuestro afecto.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Aplicación:</strong><span style="font-size: 12.16px;"> Evite atacar a los demás o apartarse de ellos, y busque oportunidades para celebrar los triunfos de su ofensor. No se alegre cuando esta persona sufra, sino acompáñela en su aflicción. Trate de “aliviar” sinceramente a esa persona, y busque el momento adecuado para la reconciliación. Todo este trabajo del corazón le permitirá a usted, cuando llegue el momento, ofrecer un perdón auténtico.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Consejo 3: Comience con poco<br /></strong><span style="font-size: 12.16px;">Practique el perdonar a otros por sus pequeñas faltas a lo largo de cada día, tales como que otro conductor se le adelante en el tráfico quitándole su derecho en la vía, o que reciba una ofensa no intencional. Si lo hace, eso transformará poco a poco su corazón con el tiempo, haciendo posible que perdone a otros cuando surjan conflictos más grandes y más serios.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Consejo 4: EVITE guardar Rencor<br /></strong><span style="font-size: 12.16px;">Podríamos tener la tentación de no hacer caso a la falta cometida contra nosotros, asumiendo la responsabilidad total o parcial. Frases como: “probablemente me lo merecía”, o “tiene que haber sido cosa de los dos”, puede ocultar los sentimientos reales. Este falso proceder parece ser sabio, pero sepultar el dolor planta semillas que producen después un fruto amargo.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Aplicación:</strong><span style="font-size: 12.16px;"> Cuando usted reciba un agravio, busque la oportunidad de hacer algo en bien del ofensor. Orar por el ofensor es un buen comienzo. Hacer esta obra de amor y misericordia hará más fácil desarraigar el resentimiento.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Consejo 5: Busque misericordia más que justicia<br /></strong><span style="font-size: 12.16px;">En nuestra cultura, que aplaude la venganza antes que la misericordia, la idea de la justicia bíblica se les escapa a muchos, incluyendo a los cristianos. Algunas personas utilizan frases como: “el castigo debe ser proporcional al delito”, y concluyen falsamente que la justicia y la misericordia no pueden coexistir. Estas personas ignoran la estrecha conexión que debe haber entre ambas, como lo ilustra la Biblia mediante expresiones de profundo perdón cuando pudo haberse hecho “justicia” mediante la violencia.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Pensemos en José (véase Gn 37, 39–47). Imaginemos su historia contada dentro de las normas culturales de hoy. En vez de perdonar a sus hermanos, José habría ejecutado su largamente esperada venganza por medio de una cruel venganza o de una larga batalla legal. Esto puede sonar ridículo a nuestros oídos, pero las películas y los libros (las “biblias” del mundo de hoy) cuentan historias semejantes todo el tiempo. ¡Cuánto más grande y más conmovedora es la historia del José real! Él prefirió perdonar cuando nadie le habría negado su derecho de vengarse.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Aplicación:</strong><span style="font-size: 12.16px;"> ¿No le ofrece su vida oportunidades semejantes para perdonar? Un compañero de trabajo exagera sus logros, y recibe un ascenso que debió haber sido de usted. Alguien traiciona su confianza, y le hace perder a un amigo. Un cónyuge miente, poniendo en peligro el matrimonio y la familia. No importa qué tan problemático pueda ser el caso, deje que Dios le revele la manera de cómo la misericordia y la justicia pueden combinarse.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Consejo 6: perdone a sus enemigos<br /></strong><span style="font-size: 12.16px;">En la mañana del 2 de octubre de 2006, Charles Roberts entró en una escuela Amish de Nickel Mines, Pensilvania. Un poco más de media hora después, cinco niñas estaban muertas, cinco más heridas, y la paz de la comunidad hecha añicos para siempre.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Sin embargo, el mismo día, mientras que los cuerpos seguían sin enterrar, se escuchó decir a un abuelo Amish a sus parientes jóvenes: “No debemos pensar mal de este hombre”. Roberts se había quitado la vida durante la crisis, y en los días que siguieron, la comunidad trató con misericordia y perdón a su familia, asombrando al mundo por su benignidad.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">La respuesta Amish de misericordia y perdón fue extraordinaria por su singularidad en un mundo fascinado por la justicia. Uno de los autores del libro Amish Grace (La misericordia de los Amish), Donald Kraybill, descubrió que la respuesta no era sorprendente sino natural. Dice que el perdón está entretejido en la cultura Amish. Su vida comunitaria exige un espíritu de perdón, y por eso lo practican como un estilo de vida, cultivándolo, como lo requiere la Biblia.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">No todas las personas tienen un enemigo, es decir, a alguien que las haya agraviado continuamente, con malicia, sin pensar en el bienestar de ellas. Si usted tiene un enemigo, la obra del perdón comienza con una oración para recordar la gracia de Dios hacia usted. Una de las tareas del Espíritu Santo es “convencer al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Jn 16.8). Solo Él puede producir el cambio de corazón necesario para que podamos ver nuestro pecado, reconocer la justicia de Cristo, y ver que el juicio le pertenece a Dios.<br /><br /></span><strong style="font-size: 12.16px;">Aplicación:</strong><span style="font-size: 12.16px;"> La mayoría de nosotros no tenemos enemigos, pero debemos preparar nuestros corazones para el duro trabajo de perdonar. Pídale a Dios que le muestre su propio pecado, y le recuerde su gracia. Y así, el día que sea lastimado, busque a su ofensor y, con la conciencia de sus propias fallas, le pida perdón. Ore por el bienestar de esa persona, no solo para que vea el error que cometió, sino también para que Dios la proteja y prospere. Apresúrese a brindar misericordia, deje la justicia en manos de Dios, y asegúrese de no permitir que el resentimiento halle terreno fértil en usted.<br /><br /></span><span style="font-size: 12.16px;">Por: James Cain.</span></p> <p><br /><em>En Contacto</em></p> <p><br /><br /></p>